Un grupo de investigadores norteamericanos está ensayando una nueva terapia genética contra el alcoholismo que de momento se ha mostrado efectiva en ratas. Estimulando la producción de dopamina del cerebro de estos pacientes, se podría reducir el consumo de alcohol en más de un sesenta por ciento.
Investigadores norteamericanos del Department of Energy´s Brookhaven National Laboratory han ensayado en ratones nuevas técnicas de terapia genética que incrementan los niveles de receptores de dopamina en su cerebro, reduciendo el consumo de alcohol en estos animales, a los que previamente se les había habituado a ingerir esta sustancia.
Diversos estudios en humanos y animales habían arrojado pruebas consistentes del papel de la dopamina en la circulación cerebral y su control de las necesidades, una función alterada por las adicciones. Mientras que la ingesta de alcohol incrementa inmediatamente la producción de dopamina del cerebro (un neurotransmisor que participa en la locomoción, en la demanda de alcohol y su consumo compulsivo), el alcoholismo crónico se había asociado a un bajo nivel de dopamina en humanos.
Anteriormente, los autores de este estudio sugirieron que la carencia de receptores para la dopamina producía una fuerte respuesta de placer en los bebedores, lo que les lleva a incrementar la cantidad que ingieren. Por lo que se ha buscado una terapia genética que consiga aumentar estos niveles.
Los dos experimentos
El equipo de investigadores ha realizado dos experimentos, el primero para conocer los niveles de receptores de dopamina en las ratas, y otro para evaluar el comportamiento alcohólico antes y después de aplicar su nueva terapia genética.
Por otra parte, el equipo constató dos tipos de ratas: unas con alta preferencia por el alcohol, escogiendo hasta un 90 por ciento de esta sustancia del total de los líquidos que ingieren, y ratas con baja preferencia, que sólo consumían un diez por ciento de alcohol del total de su ingesta de líquidos.
Tras la inyección del gen, aquellas ratas con alta dependencia bebieron un 64 por ciento menos. También aquellas ratas con baja dependencia mostraron un descenso significativo. Pero el efecto tuvo poca duración. Los niveles de dopamina se incrementaron durante los cuatro días siguientes después de la inyección y retrocedieron hasta el punto de partida en el octavo día.
«Esta es la primera prueba de que la sobreproducción de receptores de dopamina reduce la ingesta de alcohol y sugiere que aumentar sus niveles puede proteger a los humanos del alcoholismo», afirma el doctor Thanos, uno de los autores del estudio. Ahora su equipo trabaja en conseguir que el beneficio de esta terapia tenga una mayor duración.
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