Hasta el 12 por ciento de los adolescentes de nuestro país abusan del móvil o de Internet, aunque aun no se sabe cuantos de ellos terminarán convirtiéndose en casos patológicos.
Así se ha puesto de manifiesto durante la reciente celebración del Segundo Simposio Internacional Multidisciplinar sobre el Trastorno por Déficit de Atención y trastornos de la conducta, un foro organizado por CONFIAS (Fundación para una infancia y adolescencia saludables) y el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
En este sentido, el doctor Javier San Sebastián, Jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, advierte de que aunque este 12 por ciento es una cifra aproximativa, «sí hay un nivel de adicción a Internet y al uso de videojuegos o a la utilización de la telefonía móvil cada vez mayor y en algunos casos preocupante en la medida en la que produce problemas en la vida del niño: le hace perder habilidades sociales con lo cual le aisla de su grupo de iguales a una edad en la que lo más importante es que el chico se relacione y esté con amigos; le hace perder actividad motora, etc».
«Otra adicción muy concreta es la televisión y el chico que debería estar moviéndose y desarrollando su motricidad está tumbado viendo la televisión o sentado frente a el ordenador», recuerda este experto. Esta conducta, como las anteriores, «se suele acompañar de fracaso escolar porque todo el tiempo que se está empleando en esto se está perdiendo para hacer otras cosas como estudiar y formarse».
¿Cómo detectar una adicción?
Tal y como explica el Dr. San Sebastián, hay cuatro dimensiones de la adicción: una de ellas sería la necesidad imperiosa de empezar con la conducta, en este caso sería la utilización del ordenador, de los videojuegos, etc. En segundo lugar, el síndrome de abstinencia cuando no se lleva a cabo (es algo parecido a las adicciones a sustancias, drogas) el chico está mal, se muestra inquieto… La tercera cuestión sería la tensión creciente, la sensación de disfrute acompañada de tensión mientras se lleva a cabo. Y la última sería la crispación, el enfado cuando se interrumpe bruscamente la conducta.
«Cuando los padres detectan estos comportamientos en los chicos es cuando tienen que sospechar que hay una adicción a ese tipo de situaciones», afirma.
El origen de las adicciones
Por otro lado, existen unos determinados rasgos de personalidad que pueden aumentar el riesgo de caer en adicciones. Así pues, «el niño impulsivo tiene más propensión a hacerse adicto en la medida en la que controla menos su comportamiento y en consecuencia puede incurrir con más frecuencia en conductas adictivas», aclara.
No obstante, los aspectos biográficos del menor, que a juicio del Dr. San Sebastián son muy relevantes, marcan también de forma significativa la conducta de los niños. En este sentido destaca la familia: «si un niño está acompañado por sus padres, si un niño tiene vida social con sus amigos, si a un niño se le restringe su actividad cuando esta puede ser perjudicial… no tiene por qué hacerse adicto», puntualiza. Y, obviamente, «si ese niño es impulsivo, la dedicación de la familia ha de ser mayor todavía», añade.
El papel de la familia
La familia es fundamental para los tratamientos en todos los tipos de adicciones. «Es lo mismo que si tiene un ludópata o un adicto a una droga, lo que hay que hacer es mantenerle apartado de la actividad y en el caso de los ordenadores, móviles, Internet no considero que sea una cosa tan complicada», comenta.
Lo que pasa es que algunos padres tienen que acostumbrarse a decir que no, tienen que acostumbrarse a limitar las actuaciones de sus hijos para no dejarlos incurrir en conductas peligrosas. «Y hoy día los padres son padres muy «light»: lo permiten todo y están en consonancia con lo que se entiende por políticamente correcto y con el todo es lícito y todo está bien hecho cuando no es así», lamenta el Dr. San Sebastián. «Para controlar una adicción lo más importante es sin duda la actitud de los padres», concluye.
© 2024 Medicina Television S.A Spain