Esta técnica, menos costosa que la fecundación in vitro, consiste en transferir a la paciente embriones procedentes de parejas que donan los embriones sobrantes de su tratamiento de fertilidad para que otra mujer logre la gestación.
Cada vez son más las parejas que optan por la adopción de embriones cuando se someten a un tratamiento de reproducción asistida. Así, según datos de la clínica de reproducción asistida Ginefiv, la adopción de embriones se ha multiplicado por cuatro en los últimos dos años.
Los pacientes que optan por esta técnica suelen ser parejas con importantes problemas de fertilidad que no han obtenido resultados con otros tratamientos, pacientes que han padecido abortos de repetición, así como parejas con problemas económicos, ya que esta opción es menos costosa que la fecundación in vitro.
Con una tasa de éxito del 30 por ciento, esta técnica consiste en transferir al útero de la paciente embriones procedentes de parejas que, tras haber conseguido un embarazo con reproducción asistida, deciden donar de forma anónima y altruista los embriones sobrantes para que otra pareja o mujer receptora pueda lograr una gestación.
Asimismo, al optar por la transferencia de embriones donados “la paciente evita pasar por fases molestas, como la estimulación y la punción ovárica, ahorrándose, además, el coste de la medicación. Sin embargo, conviene recordar que al ser embriones crioconservados se pueden reducir las posibilidades de éxito”, asegura la Dra. Victoria Verdú, coordinadora de ginecología de Ginefiv.
“Antes de transferir cualquier embrión procedente de donación se comprueba la salud física de los progenitores, sobre todo, las enfermedades de transmisión sexual. Además, buscamos que entre los pacientes y la pareja donante exista una cierta afinidad fenotípica”, explica.
Según la ley de nuestro país, una pareja que tenga embriones congelados, sobrantes de tratamientos anteriores, puede tener varias opciones: mantenerlos congelados hasta el final de la vida reproductiva de la mujer; donarlos a otras parejas infértiles; donarlos a la ciencia para su uso en investigación biomédica, o destruirlos, esto último, sólo en casos muy concretos de pacientes que tienen problemas graves de salud para volver a gestar y siempre con un informe escrito de dos especialistas ajenos al centro que avalen esta decisión.”Aunque es muy alto el porcentaje de parejas que no responden a qué quieren hacer con estos embriones, la gran mayoría los dona para investigación”, concluye la Dra. Victoria Verdú.
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