La cardiología del futuro: Primer Symposium Internacional de Cardiología

Barcelona ha acogido a algunos de los principales líderes de la investigación en cardiología para compartir sus experiencias, que con seguridad, ayudarán a configurar el futuro de la especialidad en los próximos años. El diagnóstico mediante resonancia magnética, la regeneración del miocardio con terapia génica y el diseño de una vacuna contra la arteriosclerosis fueron algunos de los temas estrella.

En este encuentro, con el título De la Cardiología pragmática a la genética han participado más de 1.000 cardiólogos de todo el estado y doce ponentes internacionales. El objetivo, según el doctor Jordi Rius Garriga, Jefe del Servicio de Cardiología del Centro Médico Teknon en Barcelona y co-presidente del Symposium es dar respuesta a «varias preguntas que nos formulamos en la cardiología pragmática día a día: ¿el uso de stents recubiertos de Rapamicina en pacientes complejos o diabéticos reportará los mismos resultados que los obtenidos en el estudio RAVEL? ¿Los nuevos marcadores de riesgo son de utilidad, los estamos usando? ¿Es la terapia génica el futuro donde depositar nuestras esperanzas? ¿Será una vacuna, por ejemplo con anticuerpos anti CETP, la llave para el control de la arteriosclerosis?».

Sobre las técnicas a través de la imagen se debatió una verdadera revolución en el diagnóstico y seguimiento de la enfermedad arteriosclerótica gracias a la resonancia magnética, una técnica poco invasiva y de fácil repetición. Su aplicación al ámbito cardiovascular permite una valoración muy estricta del árbol arterial y coronario, identificando la composición de la pared de la arteria y, si existe inflamación, llegando incluso a nivel molecular.

Los resultados obtenidos hasta ahora le otorgan a la resonancia múltiples ventajas frente a la tradicional coronariografía, que si bien da una información del estado de la luz vascular de la arteria a través de un catéter, no nos ofrece toda la información deseada ya que sólo permite observar su parte interna.

Según las estimaciones de los especialistas, gracias a la resonancia magnética no sólo será posible diagnosticar la existencia de enfermedad aterotrombótica sino también valorar las placas de ateroma de alto riesgo, la existencia de inflamación o la presencia de factores tisulares desencadenantes de la trombosis. Es decir, permitirá conocer exactamente el estado de las arterias arrojando datos sobre el grado de oclusión, cantidad de colesterol e incluso si la pared está inflamada con el peligro de que pueda romperse y causar un trombo. Este método, además, resultará valioso para mejorar el seguimiento de los pacientes evaluando su respuesta a los tratamientos.

Según el doctor Valentín Fuster, Director del Zena & Michael A. Wiener y Cardiovascular Institute y principal cardiólogo del Mount Sinai Medical Center, «la resonancia magnética y las técnicas de imagen van a cobrar fuerza. Con una inyección previa de radiación en las venas y la resonancia magnética podemos ver el sistema coronario y ver la composición de las placas en los lugares que nos interesa, es un sistema que no es más caro que lo utilizado hasta hoy y los resultados son estimulantes».

Regeneración del miocardio

Otro de los puntos clave de la reunión fue la presentación de las investigaciones con ingeniería genética en patología cardiovascular. Un aspecto muy novedoso tratado fue la implantación de células madre en lugares lesionados del corazón para conseguir su regeneración, concepto en el que trabaja el profesor mallorquín Bernat Nadal, cardiólogo del Departamento de Medicina New York Medical College Valhalla en Nueva York.

«Hasta ahora existía el concepto de que el miocardio no se regenera. Este concepto por suerte es incompleto, si no erróneo. Tiene capacidad regenerativa como se ha visto a finales de la década pasada e inicios de ésta. Próximamente el tratamiento dejará de ser paliativo y pasará a ser regenerativo», anunció el doctor Nadal.

Sus investigaciones se centran en células madre del miocardio del propio enfermo con capacidad regenerativa, «pero todavía son estudios experimentales», aclara este especialista. El futuro de esta investigación es «optimista» según sus palabras, pero tanto este especialista mallorquín como su colega el doctor Fuster lamentaron que en terapia génica muchos grupos están «empezando a correr sin haber aprendido a caminar», lo que puede tener consecuencias nefastas que giren la opinión pública en contra de estas técnicas y retrasen su avance.

«Tenemos reciente el caso de los cuatro estudios de investigadores norteamericanos y franceses con terapia génica que se suspendieron después de que un niño al que se pretendía curar una inmunodeficiencia desarrollara leucemia», ejemplificó el doctor Fuster, por lo que pidió a todos sus colegas que experimentan con terapia génica que lo hagan con la adecuada prudencia.

«¿El futuro de esta terapia?», añade el doctor Nadal, «esta terapia aún no tiene ni siquiera presente, simplemente es investigación», aclara. Y en cuanto a su área de investigación, criticó los estudios con células madres de otros músculos diferentes al miocardio, ya que «está suficientemente demostrado que hay problemas y hay una mayor tendencia a la neoplasia».

Vacunas para la arteriosclerosis

Por último, desde hace tres años, un equipo del National Institute of Health de Maryland, EE.UU, dirigido por Gary Nabel está investigando lo que podría llamarse una «vacuna contra la arteriosclerosis». Ésta se realiza entorno a la síntesis de anticuerpos que pudieran actuar impidiendo los cambios que se suceden en las lipoproteínas que dañan la arteria y que generan arteriosclerosis. De momento, esta «vacuna» está en primera fase de investigación y se desconoce si podría tener una aplicación preventiva o de tratamiento de la arteriosclerosis coronaria.

«Las vacunas en general son un concepto interesante, se consigue neutralizar un microbio utilizando la vacuna como antígeno, pero la arteriosclerosis es una enfermedad más compleja y la terapia de inmunización que se plantea es demasiado simple», opina el doctor Fuster, quien se mostró prudente ante las expectativas levantadas por esta investigación: «parece la panacea de esta década, pero realmente ésta es una enfermedad muy compleja, es una idea atractiva pero es difícil saber hasta donde llegará este concepto», afirmó.