La depresión favorece la aparición de la osteoporosis

Diferentes estudios norteamericanos confirman que la pérdida de masa ósea es mayor en pacientes con depresión, por lo que esta enfermedad mental debe ser tenida muy en cuenta como factor de riesgo de osteoporosis.

El Instituto Nacional de la Salud Mental en Estados Unidos (NIMH) acaba de publicar un estudio que concluye que la depresión supone un riesgo significativo de osteoporosis. El estudio se hizo en mujeres de edades comprendidas entre los 21 y los 45 años que sufrían depresión, con el objetivo de encontrar si existe relación entre una baja densidad ósea y la depresión o la concentración de las hormonas del estrés, como el cortisol. Durante doce meses, los investigadores controlaron las pérdidas de hueso y los efectos de la depresión y el estrés sobre el estado de salud, combinando una evaluación psicológica, test de densidad mineral y medición de las hormonas del estrés.

Los resultados han confirmado una fuerte relación entre depresión y osteoporosis, confirmando los estudios previos que consideraban la depresión como factor de riesgo de osteoporosis, tras observar que esta enfermedad es más común entre mujeres con depresión que entre la población general. «Utilizando datos diferentes, todos los estudios llegan a la misma conclusión», resalta el Dr. Giovanni Cizza, investigador del NIMH, quien añade que «la depresión no sólo es una enfermedad de la mente, sino que tiene consecuencias a largo plazo en otros aspectos de la salud, como la osteoporosis».

Incidencia y síntomas de la depresión

La depresión afecta en Estados Unidos a un porcentaje de entre un cinco y un nueve por ciento de las mujeres y un uno y un dos por ciento de los hombres. En España, según el reciente Estudio Nacional de Calidad de Vida del paciente depresivo, esta enfermedad afecta a un cinco por ciento de la población, porcentaje que puede elevarse hasta llegar al veinte por ciento en el caso de las mujeres. Nuestros expertos creen que un quince por ciento de la población española sufrirá una depresión en algún momento de su vida y hoy además se estima que la mitad de los casos no están diagnosticados y, por lo tanto, no son tratados. Además, según este Estudio Nacional de Calidad de Vida, la mayoría de los diagnósticos se hacen en la atención primaria y sólo la mitad se derivan al psiquiatra.

Sus síntomas incluyen pérdida de interés en el tiempo de ocio y en actividades a las que antes se era aficionado, falta de interés sexual, fatiga, sensación de falta de energía, dificultad de concentración, falta de memoria, incapacidad de tomar decisiones, insomnio, despertarse demasiado temprano o dormir más horas de lo normal, pérdida de apetito y peso o apetito y peso desmedidos, pensamientos sobre la muerte y el suicidio, intentos de suicido, irritabilidad y síntomas persistentes que no responden al tratamiento, como dolor de cabeza, desórdenes digestivos y dolor crónico.

Aunque sus causas son poco claras, la depresión grave se asocia a anormalidades hormonales que pueden provocar también cambios en los tejidos, entre ellos el óseo. Los investigadores creen que los altos niveles de cortisol encontrados en los pacientes deprimidos, pueden contribuir a la pérdida de hueso. Por ello se recomienda un test de masa ósea del paciente con depresión cuando se da uno o más de uno de estos síntomas: descenso de la densidad mineral ósea, historial familiar de osteoporosis, fractura previa, delgadez o tabaquismo, con el objeto de adelantar la detección de la osteoporosis y su tratamiento.