La epilepsia se apunta como un síntoma clave en el autismo

Entre el 20 y el 65 por ciento de los niños autistas presentan ataques de epilepsia con convulsiones, mientras que en la población general la epilepsia representa tan sólo un dos por ciento.

La Unidad de Neuropediatria del Hospital del Mar, con el apoyo de otros centros y de una técnica denominada «Magnetoencefalografía» ha aportado datos importantes sobre el conocimiento de la epilepsia en el autismo. Esto podría suponer cambios, con nuevos enfoques, en el tratamiento médico del autismo.

La Unidad de Neuropediatría del Hospital del Mar, con el doctor J.A. Muñoz- Yunta como responsable, ha aportado las claves para demostrar que la epilepsia podría ser un síntoma clave en el autismo. En este caso, no afecta a las neuronas que controlan el movimiento y, por lo tanto, no se manifiesta con las identificables «convulsiones», sino que afecta a las neuronas no-motoras, correspondientes a las áreas del lenguaje y de las relaciones sociales. Esta hipótesis ha sido demostrada, en este estudio, mediante una técnica denominada Magnetoencefalografía, técnica que permite localizar la actividad epiléptica profunda que no capta el encefalograma convencional. Este estudio está disponible on-line y se espera que, en breve, la distribución de su publicación impresa.

El estudio y su punto de partida

Existen y han existido múltiples líneas de investigación alrededor de las posibles causas del autismo (genética, ambiental, etc.), pero el equipo del Hospital del Mar ya hace tiempo que presta especial atención al aumento tan destacado de la epilepsia en estos niños autistas. Se entiende la epilepsia clínica como los ataques motores repetidos más la presencia de un electroencefalograma (EEG) patológico. Estos neuropediatras han estudiado también determinados niños no autistas que no presentaban crisis motoras ni convulsiones pero sí patrones de actividad similar a la epilepsia en el EEG (actividad denominada epileptiforme) y que habían llegado a la consulta por motivos como el retardo cognitivo, alteraciones de conducta, retraso en el lenguaje, etc.

El EEG no recoge la actividad eléctrica de todo el cerebro sino tan sólo de su parte más superficial. La actividad eléctrica de los surcos cerebrales profundos rara vez es registrada por el EEG. Para demostrar que la hipótesis del estudio tiene validez, ha sido necesario buscar otras técnicas: «La Magnetoencefalografía». Esta técnica permite captar corriente magnética de la parte más profunda de los surcos. Se ha podido observar, en los niños autistas de la muestra, gracias a esta innovadora técnica, tuvieran o no epilepsia clínica, cómo se captaba señal epileptiforme procedente de la parte más profunda del surco silviano y de su periferia (área perisilviana). Esta área es responsable del lenguaje, la emotividad y la sociabilidad, es decir, de las actividades, precisamente, que fallan en los autistas. El estudio aporta aún más datos a favor de esta hipótesis, pues se observaron diferencias entre los niños autistas puros y los niños con el síndrome de Asperger (estos últimos, recordemos, sí conservan el lenguaje). Los niños con síndrome de Asperger presentaban afectación tan sólo en uno de los hemisferios cerebrales (el hemisferio derecho), pues el lenguaje se concentra en el hemisferio cerebral izquierdo. Los niños autistas puros, en cambio, presentaban afectación epileptiforme en los dos hemisferios, tanto en el izquierdo como en el derecho.

Este estudio no deja lugar a dudas sobre la definición del autismo como un trastorno neurobiológico. Podríamos considerarlo como un trastorno secundario a cambios funcionales. También se reafirma que la epilepsia se puede considerar como un iceberg, del cual la epilepsia clínica, que todos conocemos (crisis motoras con convulsiones), sólo es la punta visible, mientras una masa inmensa se esconde entre el desconocimiento y la hipótesis que dice que, cuando las alteraciones afectan a neuronas no-motoras, los efectos se presentan de múltiples maneras. Este estudio es de vital importancia para la comprensión neurobiológica del autismo y está en la línea de los recientes trabajos de otros investigadores sobre la región perisilviana.

El autismo

El autismo es un trastorno que suele diagnosticarse en la primera infancia. Los principales signos y síntomas del autismo afectan a la comunicación, las interacciones sociales y las conductas repetitivas. Los niños con autismo pueden tener problemas para hablar o bien no mirar a los ojos cuando se les habla. Es posible que se sientan obligados a realizar acciones rutinarias y repetitivas para calmarse. Algunas personas autistas nunca aprenden a hablar y pueden presentar características y síntomas muy distintos. El síndrome de Asperger es una versión más leve del trastorno, en la cual se mantiene el lenguaje. No se conoce la causa del autismo y no existe curación, pero sí tratamientos que pueden ayudar a superar las dificultades. Dichos tratamientos incluyen terapias conductuales y de comunicación así como medicinas para controlar los síntomas.

La epilepsia clínica

La epilepsia es un trastorno cerebral que provoca, en los pacientes, convulsiones recurrentes. Las convulsiones ocurren cuando los grupos de moto- neuronas envían señales erróneas con la aparición brusca de una actividad eléctrica anormal en el cerebro. Las neuronas, en estado de salud, se mantienen en equilibrio gracias a la presencia adecuada tanto de sustancias inhibidoras como de sustancias exitadoras. En la epilepsia se pierde dicho equilibrio y el grupo de neuronas excitadas mantiene una actividad eléctrica continuada. Las personas con epilepsia pueden tener sensaciones y emociones extrañas, espasmos musculares violentos o bien perder el conocimiento. La epilepsia presenta muchas causas posibles, como las enfermedades o las lesiones cerebrales. A pesar de ello, en muchos casos, se desconoce la verdadera causa y es muy importante iniciar el tratamiento lo antes posible.