La equidad y variabilidad de las tecnologías cardiovasculares, uno de los principales retos de las autoridades sanitarias

La diferencia de acceso a las tecnologías médicas, en concreto a las tecnologías cardiovasculares en España, se debe a desigualdades socioeconómicas y no a la necesidad sanitaria o a la carga de la enfermedad. Así se desprende de un artículo publicado en Revista Española de Cardiología (REC), firmado por Fitch-Warner, García de Yébenes, Lázaro y De Mercado y Belaza-Santurde.

Sobre este artículo, el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Rioja, el doctor Fernando Antoñanzas y la doctora Mariola Pinillos del departamento de Economía y Empresa de la misma Universidad, elaboran un posterior análisis, publicado en la edición del pasado mes de diciembre de Revista Española de Cardiología , en el que confirman que «no existe equidad» respecto al uso de las tecnologías. El artículo se centra en tres tecnologías terapéuticas cardiovasculares -intervenciones coronarias percutáneas, desfibriladores automáticos implantables y terapia de resincronización cardiaca-.

Los autores destacan que existe una dependencia lineal del uso de las tres tecnologías con la riqueza de la región en la que están implantadas. En este sentido, se trata de una «relación débil con la carga de la enfermedad, es decir, con las variables de carácter epidemiológico», matizan los doctores Antoñanzas y Pinillos.

En este sentido, una de las conclusiones a las que llega el análisis es que las diferencias de acceso se explican por «desigualdades socioeconómicas y no por la necesidad sanitaria o por la carga de la enfermedad». De tal forma, que según los autores, «no existe equidad» respecto al uso de estas tres tecnologías.

El fin de este tipo de estudios es -en opinión de los expertos de la Universidad de la Rioja- que las autoridades sanitarias tomen conciencia de los problemas que existen y de sus posibles causas, de tal forma que las políticas sanitarias «se reorienten para corregir las desigualdades y variaciones en la práctica médica no justificada».

Por otro parte, si se tiene en cuenta que la equidad, en su aplicación a la salud, es un principio constitucional en numerosos países occidentales, en nuestro país este principio está «modulado por la eficiencia y las repercusiones presupuestarias relacionadas con su aplicación». En este sentido, se produce una correlación negativa entre equidad y eficiencia, «referente al correcto aprovechamiento de los recursos asistenciales», matiza el economista de la salud.

Así lo explica este experto, con el ejemplo de lo que sucede en La Rioja, donde tiene lugar el mayor gasto per cápita sanitario del país y, sin embargo, no poseen ninguna de las tecnologías sanitarias analizadas. Esto se debe a que el coste de mantenimiento de una unidad de hemodinámica es muy elevado en comparación con el bajo número de potenciales pacientes, que suelen ser trasladados a las regiones vecinas.

Además, hay que señalar que el uso de las tecnologías analizadas no sólo depende de la existencia de los centros y de los hemodinamistas, sino del grado de ocupación del personal sanitario. De este manera, podría suceder -señalan estos analistas- que el volumen de potenciales servicios que los centros pudiesen prestar a la población en cada una de las comunidades autónomas analizadas «fuese suficiente para la carga de la enfermedad anual en cada una de ellas, pero que la utilización real de dichos servicios fuese inferior a la aconsejable según las guías y recomendaciones de los expertos y, por ello, los datos de utilización fuesen tan divergentes como los hallados por los autores».