La farmacia hospitalaria reduce los costes y mejora la eficacia en la gestión de los medicamentos

"La gestión directa de la adquisición de los servicios de farmacia hospitalaria proporciona al Sistema Nacional de Salud una reducción de la factura farmacéutica de un 20,2 por ciento", según indicó el doctor Eduardo Echarri, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), en la presentación de los resultados del Estudio Epidemiológico del Medicamento (EPIMED 2001).

El estudio EPIMED 2001 es un «análisis por patologías o por procesos clínicos del modo en el usamos el medicamento» en los hospitales, con el cual se busca «abordar políticas más racionales, tanto de adquisición como de consumo», señala el doctor Echarri. Los datos de este trabajo indican que las patologías en las que se registra un mayor ahorro de costes de medicación son la insuficiencia cardiaca (con un recorte del gasto del 26,9 por ciento), los trastornos respiratorios (24,5 por ciento) y los partos sin complicaciones (23,79 por ciento). Precisamente, las dos primeras son las enfermedades más frecuentemente tratadas en los hospitales. Asimismo, en el caso de la quimioterapia (que junto a los trastornos respiratorios y los procedimientos mayores de estómago es una de los procesos clínicos que suponen un mayor coste económico para el sistema sanitario) la reducción es del 16,1 por ciento.

Respecto al impacto de la gestión directa de la farmacia hospitalaria en la adquisición de principios activos, las diferencias entre medicamentos son sustanciales, mientras el omeprazol (en cápsulas) consigue una reducción del 83,2 por ciento, el levofloxacino sólo obtiene una disminución del 2,1 por ciento, «casi exclusivamente el descuento pactado con Farmaindustria», afirma el doctor Echarri.

Función del farmacéutico de hospital

«Aproximadamente un 25 por ciento de las prescripciones que se hacen en los hospitales son modificadas o son sustancialmente cambiadas por la actividad del farmacéutico», mediante el intercambio terapéutico de medicamentos, que consiste en sustituir un fármaco por otro con un efecto terapéutico similar o superior, pero más adecuado en función de su eficacia, características del paciente, interacciones con otros medicamentos, etc., explica el doctor Echarri. De esta forma se logra una mejor relación entre costes y efectividad del tratamiento.

Para el presidente de la SEFH la farmacia hospitalaria tiene tres funciones básicas: «tener el medicamento, que se use bien y que toda la gente esté contenta». Para ello será fundamental mantener una «alianza muy estrecha con el médico» y conseguir satisfacer las necesidades tanto de los pacientes como del personal sanitario.

Programa educacional

Por otro lado, la Fundación Española de Farmacia Hospitalaria (FEFH) ha participado en un estudio desarrollado por el Servicio de Farmacia del Hospital General de Vic, que analiza la eficacia del farmacéutico de hospital como educador sanitario en el caso concreto de los pacientes con insuficiencia cardiaca. Para ello se realizó un seguimiento a un grupo de 91 enfermos cardiovasculares, 48 de los cuales participaron en el programa educacional. «Cuando ingresa un paciente con estas características se evalúa su farmacoterapia, se estudia el porqué de todo este tratamiento, se vigila que no haya interacciones entre ellos, que no haya duplicidades, que no haya medicamentos inútiles, se comparte este criterio con su médico y se plantea el nuevo tratamiento», explica la doctora María Cinta Gamundi, vicepresidenta de la SEFH. Pero aquí es crucial informar al paciente sobre la patología y su tratamiento, porque «como ha demostrado el trabajo realizado en Vic, es muy importante para que luego el paciente en su casa cumpla con la terapéutica.». La educación de estos pacientes también incluyó una serie de consejos dietéticos y un teléfono de información.

Los datos de este estudio indican que después de un año se reducen los costes derivados del tratamiento de las insuficiencias cardiacas en unos 271 euros anuales por paciente, lo que significa que la aplicación generalizada del programa podría ahorrar al sistema sanitario más de 25 millones de euros al año. Asimismo, también disminuye la cifra de reingresos (de un 32,6 a un 8,3 por ciento) y el número de días de hospitalización (de entre siete y trece a entre cinco y ocho días), mientras que se incrementa la adherencia al tratamiento (de un 67 a un 80 por ciento) y el nivel de satisfacción de los pacientes respecto a la atención sanitaria.