La función antioxidante de la vitamina E contribuye a retrasar el deterioro cognitivo de los mayores

La vitamina E actúa como un poderoso antioxidante y limpia los radicales libres -altamente tóxicos- producidos en el metabolismo orgánico. Destaca su importancia como protectora frente al daño oxidativo en el sistema nervioso, músculo esquelético y retina, con lo que protege frente al riesgo de sufrir cataratas.

Así se afirma en un compendio de los últimos estudios científicos publicados en The Journal of Nutrition, de la American Society for Nutritional Sciences y en la American Society for Clinical Nutrition, concluyendo que la ingesta de 12 miligramos diarios de vitamina E es beneficiosa para ralentizar el deterioro cognitivo. Estas conclusiones se enfocan hacia las personas mayores, ya que son un colectivo especialmente vulnerable a padecer déficits nutricionales y es sabido que un mal estado nutricional tiene claras repercusiones sobre la salud.

En la mayoría de los casos, el deterioro cognitivo tiene un origen multifactorial. El tejido cerebral, que tiene una relativamente pequeña protección antioxidante, también contiene altos niveles de ácidos grasos poliinsaturados, haciéndolo más vulnerable al proceso oxidativo. Además, también pueden afectarle trastornos en el metabolismo energético y acumulación de proteínas insolubles.

La vitamina E

La principal función de la vitamina E es actuar como un poderoso antioxidante. Tanto en las células como en la sangre «limpia» los radicales libres producidos en el metabolismo orgánico y que son altamente tóxicos, por lo que su deficiencia puede afectar a diferentes órganos y sistemas. Esta función antioxidante sugiere que la vitamina E es importante para proteger contra los estados relacionados con el estrés oxidativo, como puede ser el deterioro cognitivo.

La doctora Ana Requejo Marcos, Catedrática de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, destaca la importancia de la vitamina E: «es fundamental como protectora frente al daño oxidativo en el sistema nervioso, músculo esquelético y retina, y por ejemplo se ha observado que el riesgo de sufrir cataratas es mayor en personas con una baja ingesta de vitamina E».

Asimismo, la producción de neurotransmisores en el sistema nervioso va acompañada de la formación de radicales libres, por lo que parece que esta vitamina es esencial para evitar los daños causados por estos radicales en las mitocondrias y en las membranas axonales de las neuronas, y por tanto fundamental en una óptima función cognitiva. También actúa como estabilizadora de membranas celulares, moduladora de actividades enzimáticas y del sistema inmune, así como previniendo la formación de procesos aterogénicos.

Una nutrición adecuada

Dada la gran importancia de una nutrición correcta en el mantenimiento y mejora de la salud de las personas de edad avanzada, es necesario aumentar la vigilancia y control en este terreno y evitar las deficiencias, asegurando un aporte suficiente de vitaminas y minerales mediante la vigilancia de la dieta y la utilización de suplementos, en los casos en que sea necesario. «Es recomendable que las personas mayores coman acompañadas para evitar su desnutrición y la consiguiente falta vitamínica, algo que es relativamente común en personas de edad avanzada y que predispone a un importante número de trastornos, como infecciones, fracturas o fragilidad de la piel», afirma el profesor José Manuel Ribera Casado, Catedrático de Geriatría en la Universidad Complutense de Madrid.

Por su parte, la doctora Requejo Marcos opina que «lo importante es que el objetivo no consiste en tratar de conseguir un aporte de nutrientes suficientes, sino el nivel óptimo necesario para lograr la máxima promoción de la salud, un mayor rendimiento y una mayor calidad de vida de los pacientes».