La Generalitat saca adelante su campaña del SIDA a pesar de las críticas

La campaña, que propone una acertada reflexión entre los jóvenes desde edades tempranas, ha levantado todo tipo de protestas. Pero la educación, desde la familia y la enseñanza, es la clave para que se reduzcan las conductas de riesgo.

La Generalitat de Catalunya continuará adelante con su campaña de la prevención del SIDA y los embarazos no deseados entre los adolescentes y jóvenes a pesar de la (búscada) polémica desatada por una de sus acciones clave: con tal de fomentar la reflexión, la campaña incluye un referendum entre los estudiantes (de 12 a 18 años) en el que se les pregunta «¿Qué te parecería que se instalara una máquina de preservativos en tu centro?».

La acción, a pesar de no tratarse de un proyecto en firme, ha sido tomada como tal y ha levantado airados rechazos y adhesiones. La campaña institucional, según sus artífices, tiene el objetivo de que los jóvenes conozcan más sobre la enfermedad, cómo se transmite y cómo evitarla, enseñándoles cuáles son las medidas de prevención y convenciéndoles de la necesidad de adoptarlas. Si su intención era fomentar el debate y la reflexión, la campaña lo ha conseguido, y ha llegado más allá de los jóvenes sacudiendo a otro colectivo también clave en la prevención del SIDA y los embarazos no deseados entre los adolescentes: los padres y educadores.

Dejando aparte los interrogantes éticos (¿es aconsejable vender cualquier tipo de producto en un centro escolar?), morales (¿se fomenta así un sexo responsable?) o religiosos; diversos colectivos han coincidido en que de nada serviría colocar máquinas expendedoras de preservativos si antes ese joven no recibe una educación sanitaria sobre su uso. ¿Pero conocen los padres suficientemente la enfermedad como para advertir a sus hijos? Hay quién incluso cree que la información que tienen los jóvenes sobre el SIDA es mayor que la que tienen sus padres.

¿Por qué esta campaña?

Puede que los adolescentes tengan hoy mucha más información sobre la epidemia y su prevención, sin embargo es el colectivo donde proporcionalmente ha crecido más el número de nuevos contagios en los últimos años. La errónea percepción de que el SIDA «es una enfermedad de adultos» puede tener buena parte de culpa, pues el VIH puede tardar en manifestarse hasta 10 años.

Según los últimos datos publicados por el Departamento de Sanidad catalán, el 28 por ciento de los enfermos de SIDA registrados en esta comunidad son jóvenes de 13 a 29 años, lo que se atribuye a una relajación de la prevención. Sólo en la ciudad de Barcelona, según datos del año 2000 del Instituto Municipal de Salud Pública, desde 1981 se han registrado 1.460 casos entre jóvenes de 20 a 29 años y 24 casos entre jóvenes de 15 a 19 años.

La franja de edad a la que se dirige la campaña no es gratuita: la Generalitat estima que el 20 por ciento de los chicos y chicas de 14 a 18 años son sexualmente activos, aunque sólo el 70 por ciento usaría preservativo en sus relaciones. Por lo que hace a los embarazos juveniles, en 1997 cinco de cada mil chicas catalanas de 14 a 17 años quedaron en cinta, mientras que la cifra en el 2000 casi se dobló llegando a superar las nueve embarazadas adolescentes de cada mil chicas de estas edades.

Pero una cosa es el conocimiento y otra la actitud. Si los adolescentes saben que el preservativo evita el contagio y los embarazos no deseados, ¿por qué algunos y algunas no lo usan? Para poder incidir en su actitud y comportamiento, la campaña ha querido basarse en un diálogo directo, franco y abierto. El Departamento de Sanidad ha cumplido con el papel que le corresponde y ha realizado una campaña donde informa de las consecuencias sanitarias de esta terrible enfermedad y de cómo prevenir su contagio.

Quienes han aportado juicios morales, éticos o religiosos, deberían seguir haciéndolo, pero para complementarla desde la educación en la familia y los centros escolares, no para defenestrarla. Lo escandaloso no es que los adolescentes mantengan relaciones sexuales, sino que todavía algunos puedan perder la vida por ello, por falta de educación y concienciación.