La gripe ataca de nuevo

06Feb. 01

En períodos de cambios estacionales, sobre todo en otoño e invierno, la posibilidad de contraer la gripe planea por encima de nuestras cabezas y en muchos casos, nuestros temores acaban por cumplirse. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Cómo se contagia? ¿Tiene curación?.

La gripe afecta aproximadamente a un veinte por ciento de la población mundial cada año. Es una enfermedad provocada por el virus influenza, que puede presentarse en dos modalidades: influenza tipo A e influenza tipo B. El virus produce una inflamación de la mucosa de la nariz y en las vías respiratorias de la persona afectada.

A veces, la gripe puede confundirse con un resfriado común, y es importante tener claro las diferencias entre una y otro porque las consecuencias que la gripe tiene en algunas personas pueden llegar a ser graves. En la gripe se presenta fiebre, dolor de garganta, dolor de cabeza, dolores musculares, tos seca y astenia. Otros síntomas menos frecuentes pueden ser los ojos llorosos y un dolor intenso en el oído. En cambio, los síntomas más frecuentes de un resfriado son los estornudos, el moqueo, la obstrucción nasal, la garganta seca y tos.

Para curarnos de una gripe, el médico nos suministra medicamentos que tratan los síntomas de la enfermedad, es decir, aquellos que mejoran nuestro estado general; antitérmicos que reducen la fiebre y antitusígenos que hacen desaparecer la tos improductiva, entre otros. La utilización de un tratamiento que combate el virus de la gripe no es muy común porque, entre otras cosas, no se dispone de ningún medicamento que sea efectivo frente a los dos tipos de virus a la vez, el A y el B.

El virus de la gripe se contagia muy fácilmente por medio de las gotitas procedentes de la tos y estornudos de las personas infectadas. El virus afecta en primer lugar a las células de las vías aéreas y la replicación viral dura entre cuatro y seis horas. Una vez transcurrido este tiempo, los nuevos virus ya están preparados para infectar el resto de las células. La enfermedad aparece entre 18 y 72 horas después de haberse contagiado y los síntomas suelen durar una media de cinco días en los que uno no puede hacer otra cosa que permanecer en la cama. Los problemas pueden llegar más adelante, si no se cura bien la gripe. Las neumonías y las sobreinfecciones son las peores consecuencias de una gripe mal curada. Para evitarla, lo ideal, aunque no siempre posible, sería no tener contacto con personas que tengan la gripe. Es mejor no frecuentar los locales cerrados o las aglomeraciones por ser lugares de fácil transmisión del virus, y en épocas de riesgo, es bueno lavarse las manos frecuentemente para reducir el riesgo de contraer la enfermedad.

Los más afectados

La gripe es más grave que un simple resfriado, y mucho más en aquellos pacientes con complicaciones añadidas. Las personas mayores de 65 años son el grupo de riesgo más numeroso. Durante el episodio gripal son frecuentes los cuadros de confusión y se es más susceptible de padecer otras infecciones sobreañadidas. Los enfermos de ciertos males crónicos de pulmón, como pueden ser la bronquitis o el asma también son pacientes de riesgo porque pueden desarrollar un empeoramiento de su enfermedad y aumentar su dificultad respiratoria. En personas diabéticas, el control de la glucemia se altera con frecuencia debido a la infección gripal y los que sufren de insuficiencia renal crónica pueden tener alteraciones en la función hepática. Y los que sufren alguna inmunodeficiencia, como puede ser el SIDA corren el riesgo de desarrollar infecciones oportunistas.

La vacuna

Los grupos de riesgo son los que, año tras año, reciben la vacuna de la gripe para intentar prevenir la aparición de la enfermedad. Cuando un individuo sufre una infección virica, normalmente el cuerpo genera defensas que lo protegen contra una nueva infección del virus, y las vacunas tratan de imitar ese proceso natural. Estas vacunas contienen virus influenza inactivados, es decir, manipulados para que no puedan desarrollar la enfermedad, pero que conservan las partículas de la estructura viral para que el organismo de la persona que recibe la vacuna pueda desarrollar los anticuerpos que le protejan de la gripe. El problema con la vacuna de la gripe es que el virus cambia con mucha facilidad, y se producen diversas cepas del virus. Cada año, estas cepas son diferentes y eso hace que la vacuna tenga que diseñarse de nuevo cada temporada. Es aconsejable que todos los pacientes que se agrupan dentro de los grupos de riesgo se vacunen, cosa que normalmente se realiza entre octubre y noviembre. La protección que proporciona la vacuna dura seis meses.

La eficacia de la vacuna puede variar según el individuo. La vacuna no tiene una eficacia total. En personas mayores de 65 años, por ejemplo, o niños que están mucho tiempo en sitios cerrados, la vacuna sirve para disminuir la incidencia, pero no para eliminarla del todo. En estos casos se calcula que evita la enfermedad en un 30/40 por ciento. Como dato, en España se vacunan unas 171 personas por cada mil habitantes, según cifras del Centro Nacional de Epidemiología.

La vacuna también es recomendable para personas que conviven con individuos incluidos en los grupos de alto riesgo, sobre todo personal sanitario o cuidadores de ancianos, niños y enfermos crónicos.

A modo de curiosidad

A lo largo de la historia ha habido una serie de pandemias (brotes de alguna enfermedad que toman dimensiones mundiales y que ocurren a intervalos de tiempo impredecibles y con consecuencias potencialmente devastadoras) de gripe. En 1918 hubo un brote de la denominada gripe española, cuyo agente causal fue un virus del tipo A que se cobró 20.000 vidas (más que la I Guerra Mundial) y afectó a casi la mitad de la población mundial. Ha sido la pandemia más importante que ha habido nunca y la que más muertes ha causado en menos tiempo.

Más tarde en 1957, otro virus del tipo A, la fiebre asiática, causó unas 100.000 muertes repartidas en EEUU y Gran Bretaña y en 1968, la gripe de Hong Kong fue importante pero no tan virulenta como las anteriores puesto que los mayores de once años tenían protección parcial y muchas vidas se salvaron por ello. Desde 1977 circulan un par de subtipos del virus A que son los causantes de las gripes y sus diferentes modalidades de nuestros días.