Uno de cada cinco adultos mayores de 40 años tiene la tensión alta y la falta de síntomas hace difícil su detección y aumenta el riesgo de accidentes cerebrovasculares y enfermedades renales.
Aunque no solemos reparar en ello, convivimos en nuestro día a día con una de las enfermedades más extendidas entre la población mundial, y lo hacemos de forma tan natural, que expresiones como “me ha salido alta la baja” han pasado ya a ser habituales. Hablamos de la hipertensión arterial, una enfermedad con la que conviven más del 20% de los adultos mayores de 40 años.
Unas 7,5 millones de personas en el mundo mueren cada año como consecuencia de la hipertensión, según ha informado la Fundación Española del Corazón (FEC) con motivo de la celebración, este viernes, del Día Mundial de la Hipertensión.
En España, son 11 millones de personas (el 36,7 por ciento según la OMS) las que padecen esta enfermedad. Y es que, aunque la prevalencia de hipertensión en España está en la media en comparación con el resto de países, casi un 40 por ciento sigue siendo un porcentaje muy elevado, siendo la edad uno de los principales factores de riesgo de la hipertensión, dado que el 65 por ciento de los mayores de 60 años lo padece.
«El progresivo envejecimiento de la población que están sufriendo países occidentales como España, hará que en los próximos años el número de hipertensos siga aumentando. Otro aspecto muy relevante de la enfermedad en España, es que un tercio de hipertensos no saben que lo son y otro tercio, aunque están tratados, están mal controlados. Por esta razón, la prevención de la enfermedad y el control periódico de las cifras de presión arterial son medidas de gran importancia», ha comentado el Dr. Enrique Galve, presidente de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Factores de riesgo
Ciertamente, no nos resulta extraño hablar de “la tensión alta”, pero ¿sabemos realmente a lo que nos estamos refiriendo? La hipertensión arterial es la elevación continuada de la presión arterial por encima de unos valores establecidos como estándar por la comunidad médica. Estos valores normales se han fijado en 120- 129 mm Hg para la sistólica o máxima y 80-84 mm Hg para la diastólica o mínima, lo que nos sirve de referencia para calificarla como “alta” o “baja” de forma cotidiana. Cuando este exceso de presión sanguínea se da de forma persistente, afectando al corazón y a las arterias del cuerpo, estas empiezan a sufrir daños debido al estrés producido por ese exceso crónico de presión con el resultado de la aparición de enfermedades cardiacas, renales o problemas serios en las arterias del cerebro
En la mayoría de los casos, la hipertensión no responde a causas específicas, aunque se han detectado una serie de factores que aumentan considerablemente el riesgo de padecerla, como son la vida sedentaria, la obesidad, los antecedentes familiares, el consumo elevado de sal y alcohol, el tabaquismo y el estrés prolongado.
La mayoría de las personas hipertensas lo son por alguno o por la confluencia de varios de estos factores, aunque existen pacientes que desarrollan esta enfermedad a consecuencia de otros motivos como los trastornos renales o relacionados con la ingesta de ciertos medicamentos.
Un mal silencioso e infradiagnosticado
A la falta de causas específicas se ha de sumar otro elemento que en muchos casos hace que la presión arterial elevada pase desapercibida: la ausencia de sintomatología. Por este motivo, pese a las graves consecuencias que esta patología puede tener para la salud, la hipertensión arterial queda en muchas ocasiones relegada a un segundo plano cuando se trata de tomar precauciones, ya que el principal problema a la hora de enfrentarse a esta afección es la falta de síntomas concretos en la mayoría de los casos.
De esta manera, esta enfermedad se convierte en un autentico “mal silencioso”, cuyas consecuencias se manifiestan en muchos casos sólo tras haber convivido durante un largo tiempo con la hipertensión arterial sin diagnosticar, momento en el que puede suponer un grave riesgo para su salud. La prevención y la vigilancia periódica tienen aquí una importancia clave, por ellos los expertos recomiendan llevar un estilo de vida activo, una alimentación sana y equilibrada, evitar el consumo excesivo de sal y alcohol, no fumar, revisar periódicamente los niveles de tensión arterial y, en caso de realizar un tratamiento médico, seguirlo rigurosamente.
A pesar de que su medición periódica ayuda a diagnosticar y controlar los casos de hipertensión, el 8,1% de la población nunca se ha tomado la tensión arterial según una encuesta realizada por PiC Solution. El 77% de la población encuestada reconoce medirse la tensión con poca frecuencia, frente a un 1,3% que se toma la medición a diario, un porcentaje que aumenta hasta el 4,3% en el caso de los adultos con edades superiores a los 55 años. Unos porcentajes muy bajos si consideramos el hecho de que una de cada tres personas hipertensas no lo saben.
Hablar del diagnóstico precoz de la hipertensión es, por tanto, hablar de una medida de prevención muy eficaz para evitar la aparición de enfermedades cardiovasculares (infarto, angina de pecho), renales (insuficiencia renal crónica) o accidentes cerebrovasculares (infarto, hemorragia cerebral).
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