07Jun. 13
Los tratamientos farmacológicos y otras terapias convencionales han llegado a su techo de eficacia y no aportarán ningún avance significativo en los próximos 10 años por lo que los estudios se centran en la terapia con células madre.
La insuficiencia cardiaca sigue siendo muy prevalente y «consume gran cantidad de recursos económicos» por su difícil pronóstico, ya que incluso cuando está establecida «tiene peor pronóstico que el cáncer más maligno», según ha afirmado el jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Francisco Fernández Avilés.
Según ha explicado este experto, que coordina la décima edición del International Symposium on Stem Cell Therapy and Cardiovascular Innovations que se celebra estos días en Madrid, el único tratamiento eficaz para este problema es el trasplante de corazón, pero debido a la escasez de donantes sólo un 10 por ciento o menos de los candidatos a esta intervención consiguen finalmente el órgano que necesitan.
Además, los tratamientos farmacológicos y otras terapias convencionales ayudan mucho pero han llegado a su techo de eficacia y no aportarán ningún avance significativo en los próximos 10 años, «de ahí la imperativa necesidad de innovar en este campo con soluciones alternativas al trasplante».
En este sentido, reconoce que se ha «destruido definitivamente» el dogma clásico que negaba la capacidad regenerativa. «Hoy sabemos, sin ningún género de duda, que el corazón posee células madre capaces de activarse y proliferar, aunque con una intensidad inferior a la que puede observarse en otros tejidos, como la sangre o la piel», apunta.
En la experimentación animal se ha observado que las células con alta plasticidad, como las células embrionarias, tienen la capacidad de colonizar y regenerar totalmente el tejido cardiaco infartado en modelos de enfermedad similares al humano, como el porcino.
También se ha visto que células con menor plasticidad cómo las células madre adultas de diferentes procedencias (médula ósea, grasa, músculo esquelético o músculo cardiaco) tienen capacidad de regeneración cardiaca y, a través de diversos mecanismos, son beneficiosas para la evolución de los modelos animales de infarto de miocardio más similares a la clínica humana.
«Estos hallazgos se han traslado a la investigación clínica con resultados que han sido diferentes según la gravedad y el estado evolutivo de la enfermedad cardiaca», reconoce este experto.
La máxima experiencia en la clínica humana corresponde a los pacientes con infarto agudo de miocardio. En este escenario el número de pacientes estudiados es ya más de 3.000, habiéndose comprobado que las células derivadas de la médula ósea, añadidas al tratamiento convencional del infarto, tienen un efecto beneficioso que evita el desarrollo de insuficiencia cardiaca.
Para saber si definitivamente debe recomendarse este tratamiento, se esperan los resultados de un estudio financiado por la Unión Europea en el que participarán 3.000 pacientes de diversos países europeos y en el que España tendrá un gran protagonismo.
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