17Jul. 03
Un fármaco de reciente aparición, la insulina glargina, "aporta una concentración de insulina basal constante para el control metabólico con una inyección diaria", según señaló el doctor José Luis Herrera Pombo, profesor y jefe del Servicio de Endocrinología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, durante el forum Un día viviendo la diabetes, que reunió a diversos expertos en esta patología, junto a representantes de organizaciones de pacientes y educadores.
Hasta ahora las insulinas de acción intermedia y prolongada planteaban diversos inconvenientes, como «absorción errática; perfiles insulínicos plasmáticos desfavorables, con picos no deseables; glucemias en ayunas elevadas e hipoglucemias nocturnas», indicó el doctor Herrera Pombo. Esto llevó a que los expertos optaran por buscar un nuevo fármaco que imitara «el perfil secretor de insulina con glucemias en condiciones normales».
Entre las ventajas de la nueva insulina se encuentra su efecto prolongado (lo que reduce la administración a una única dosis diaria) y la supresión de los picos, al desaparecer prácticamente las hiperglucemias en ayunas y las hipoglucemias nocturnas. Asimismo, la insulina glargina obtiene el mismo éxito independientemente del lugar en el que se administre la inyección (brazo, pierna o abdomen) y proporciona una «muy baja variabilidad intraindividual», afirma el doctor Herrera Pombo.
Este especialista considera que para que un paciente consiga un buen control glucémico debe mantener los niveles de hemoglobina glicoxilada («una especie de valor medio de la glucosa» en los dos o tres meses anteriores al análisis) por debajo del 6,5 por ciento, junto con una glucemia en ayunas inferior a 110 mg/dl y una glucemia postprandial menor de 135 mg/dl. Con estos tres parámetros existiría un riesgo bajo de sufrir complicaciones. Por encima de esas cifras aumentaría el riesgo arterial y si la hemoglobina glicoxilada fuera superior al 7,5 por ciento se incrementaría el riesgo microvascular.
Complicaciones derivadas de la diabetes
Por su parte, el doctor Antonio Luis Cuesta Muñoz, médico especialista en Endocrinología y Nutrición de la Fundación Hospital Carlos Haya de Málaga, opinó que «los grandes problemas de la diabetes mellitus son las complicaciones crónicas que conlleva» y que afectan a la calidad de vida de los pacientes. Entre estas complicaciones se incluyen las retinopatías (que padecen el 76 por ciento de los enfermos) y las neuropatías (presentes en el 60 por ciento de los diabéticos).
El doctor Cuesta Muñoz señala que los diferentes tipos de diabetes mellitus surgen por causas distintas y por tanto requieren unas perspectivas de investigación diferentes. La diabetes mellitus tipo I aparece por una causa inmunológica, al no existir producción de insulina, lo que exige reemplazarla mediante «insulinas exógenas, transplante de páncreas o transplante de islotes pancreáticos».
Este especialista define la diabetes mellitus tipo II como «una reacción genética y ambiental al mismo tiempo», caracterizada por una «resistencia insulínica que va a hacer que la insulina no trabaje bien». En este caso los investigadores analizaron «el metabolismo de la glucosa en el hígado para intentar disminuir la producción», la secreción de la insulina en el páncreas y los tejidos periféricos, «para aumentar la sensibilidad periférica a la insulina y estudiar la digestión de los carbohidratos».
Por último, la diabetes monogénica se produce debido a una mutación genética que conlleva la disminución en la secreción de insulina. Según el doctor Cuesta Muñoz, la investigación se centró en los genes implicados en la producción de insulina, que «controlan el metabolismo de la célula».
Perspectivas futuras
Para el doctor Cuesta Muñoz, el futuro inmediato de la diabetes se encuentra en «las células madre, la ingeniería genética y la optimización funcional de los islotes pancreáticos». Sin embargo, el doctor Herrera Pombo matizó esta afirmación e insistió en que sería mejor hablar de «plazo medio o largo para que eso sea una realidad». Este especialista también denunció que entre los enfermos de diabetes mellitus tipo II «hay demasiada gente que está sin fármacos» o que toma un único fármaco, por lo que destacó la necesidad de «un tratamiento más agresivo».
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