05Nov. 01
Abrir un diálogo entre la sociedad y la comunidad científica es de suma importancia para poder tratar los múltiples conflictos éticos y económicos que el avance en ramas como la biotecnología han abierto.
Con el objetivo de abrir y animar este diálogo se organizó una mesa redonda sobre el futuro de la investigación europea en el nuevo siglo, en el marco de la Jornada sobre Investigación en Calidad de Vida en la Unión Europea celebrada en Barcelona e impulsada por la Oficina de Proyectos Europeos de Investigación (OPER). En ella, los especialistas reunidos coincidieron en que la sociedad debe conocer y participar más en los avances científicos.
«La ciencia a veces no entiende los miedos y las expectativas de la sociedad y la sociedad no entiende a menudo los retos de la ciencia», explica el doctor Octavi Quintana, vicepresidente del European Group on Ethics de la Comisión Europea, quien añade que «habría que investigar por qué la sociedad percibe la investigación como un riesgo», una pregunta que también podría abordarse desde disciplinas como la antropología o la sociología.
En opinión de su colega el doctor John Martin, asesor del gobierno británico en temas de calidad de vida, «la televisión puede ser un gran medio para educar al ciudadano y hacerle descubrir el valor de la ciencia». En su opinión, temas como el uso de animales en experimentos dejarían de ser socialmente criticados si se conocieran más los beneficios terapéuticos que se obtienen, y al contrario, subraya que también «los científicos deben escuchar los deseos de la sociedad».
Ciencia y ética
«Toda investigación que pretenda aumentar el conocimiento es éticamente válida», opinó de forma contundente el doctor Octavi Quintana en su intervención sobre ética y ciencia, quien añadió que «lo que puede no ser éticamente válido son sus aplicaciones». Y enmarcó su afirmación en un contexto en el que los últimos avances en genética abren muchos interrogantes sobre las hipotéticas aplicaciones, médicas y no médicas, del desciframiento del Genoma Humano.
El doctor Quintana lamentó que no exista un organismo a nivel europeo que evalúe éticamente la investigación, «por lo que suele ser el financiador el que impone sus condiciones». Y aconsejó la creación de este organismo a nivel europeo de evaluación científica. A pesar de las diferencias culturales y legales entre los países de la UE, el doctor Quintana opina que «existen unos valores comunes» donde los países pueden ponerse de acuerdo, pues «hay que respetar las diferencias, pero también la libertad de investigación y la libertad de pensamiento».
Proyectos como la clonación de embriones humanos con fines terapéuticos chocan con la recia oposición de países como Alemania e Irlanda y las diferentes legislaciones de los países miembros de la Unión Europea, más o menos restrictivas. «No hay que imponer siempre la opinión del más restrictivo», opina Quintana, «pues entonces la investigación estaría siempre a merced de estos países, y tampoco ser más restrictivo significa ser más ético».
Para llegar a un consenso, el doctor Quintana propone la creación de un consejo científico europeo, que evaluaría la ética de los proyectos de forma independiente. Además de «impulsar una ética de la investigación y una investigación de la ética», en la que el diálogo entre la comunidad civil y la científica vuelve a ser clave.
La necesidad de crear un NHS europeo
Otra de las propuestas para mejorar la investigación en calidad de vida dentro de la Unión Europea, lanzada por el doctor John Martin, asesor científico del gobierno inglés, es «construir lo que sería un NHS en Europa», refiriéndose al National Health Service que regula la sanidad en Estados Unidos. En opinión de este investigador del University College de Londres «hay que actuar desde la Comisión y el Parlamento de la UE para cambiar la situación de la investigación europea». Y ello no se puede hacer desde las administraciones de cada país sino que, según el doctor Martin, «es necesario crear una organización a nivel europeo independiente de los gobiernos que reúna a científicos, organizaciones profesionales, universidades e institutos de investigación».
Los obstáculos para su construcción serían la falta de un liderazgo claro en la UE, el recelo de algunos gobiernos y la indefinición de su expansión. Pero sus ventajas son claras: tener una estructura científica europea definida, conseguir separar las prioridades políticas de las prioridades científicas, evitar el conservadurismo de algunos gobiernos y gestionar mejor los recursos. «Es una barbaridad», pone Martin como ejemplo, «que Alemania destine 1.500 millones de libras a investigación en angioplastia y Gran Bretaña invierta 300». En su opinión, este organismo europeo se encargaría de que las inversiones en ciencia lleguen «a los mejores grupos de investigación en cada especialidad, y también a los grupos pequeños, sin olvidar a los países del Este».
Según este especialista inglés, este organismo europeo también se encargaría de apoyar la investigación conjunta y multidisciplinar y animar los intercambios entre investigadores. Pero para conseguir la creación de este NHS europeo, el doctor Martin cree primero necesario crear un «un lobby científico que actúe en los órganos de decisión política europeos», pues en su opinión «hay decisiones que afectan a la ciencia que no deben dejarse en manos de políticos».
Nuevos retos abiertos, viejos retos sin cerrar
El debate posterior entre estos especialistas dejó a la vista numerosos problemas que deberían empezar a plantearse y debatirse. Por ejemplo, se destacó que la genética y la biotecnología han abierto un campo amplísimo para aumentar nuestro conocimiento sobre la vida y mejorar nuestra calidad de vida, pero todavía existen muchas parcelas de la investigación que no hay que dejar de lado. Y se insistió en que, antes que desarrollar terapias farmacogenómicas, quedan por descubrir aún terapias más efectivas contra enfermedades como el sida, la malaria u otras patologías que afectan el tercer mundo.
«No sólo hay que investigar lo que está de moda», resaltó el doctor Pere Puigdoménech, profesor de Investigación del Instituto de Biología Molecular del CSIC en Barcelona (IBMB-CSSIC), opinión que apoya el doctor Martin quien explica como hoy «la investigación se hace con dos objetivos, aumentar la salud y generar beneficios económicos», y lamenta como esta «sumisión de la investigación a la ley de la oferta y la demanda a veces provoca consecuencias terribles».
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