19Feb. 02
Un estudio realizado en Jaén concluye que el 95 por ciento de úlceras en enfermos encamados se puede prevenir con los cuidados pertinentes. Estos métodos preventivos reducen además los costes de los tratamientos de estas lesiones frecuentes en ancianos y pacientes que pasan mucho tiempo sin cambiar de posición.
Los responsables del estudio son un grupo de profesores de la Universidad de Jaén (UJA) en colaboración con Francisco Pedro García. Los cuidados en cama que recomiendan son cambiar de postura al paciente cada 2 o 3 horas, mantener la piel limpia y seca y utilizar material preventivo como colchones especiales de espuma, aire o gel y almohadas especiales. Otros cuidados son no recostarse sobre hueso de la cadera, mantener los talones levantados y realizar ejercicios para mejorar la circulación. No es recomendable en estos casos dar masajes, utilizar colonias, dispositivos tipo «rosco» (como las almohadas en forma de anilla para sentarse) y tejidos tipo «peluche».
El profesor de Enfermería de la UJA y director de la investigación Pedro Luis Pancorbo, advierte además de la importancia de una buena formación de los profesionales sanitarios, y que éstos apliquen todas las técnicas que conocen, algo que no sucede, según este estudio. Otro dato a tener en cuenta es que la mitad de casos de intervenciones incorrectas no se detectan, lo que dificulta la curación de la herida. Aplicar un programa de prevención supone una escasa inversión, menos de 25 euros por paciente (unas 4.000 pesetas). Si hay que curar la úlcera, el coste medio por paciente oscila entre los 1.322 euros y los 4.717 (de 220.000 a 785.000 pesetas). Estos costes aumentan más si es necesaria una intervención quirúrgica para reparar la lesión.
Las úlceras por presión también llamadas decúbito o escaras, pueden aparecer rápidamente, en cuestión de días, pero son lentas de curar. Las zonas propicias a este tipo de lesiones son las de apoyo y contacto con un hueso prominente, es decir en talones, cadera, codos y espalda principalmente. Los síntomas dependen del estado en que se encuentra la lesión. La forma más usual de valorar la úlcera es la que difundió en 1992 la Agency for Health Care Policy and Research, y que establece cuatro fases por las que pasa la úlcera.
En la primera fase, la piel se ha vuelto de color púrpura o rojo, está irritada y caliente. Como aún no hay rotura de la piel, se puede curar quitando la presión que hay en la zona. En la segunda fase el aspecto de la piel es de abrasión, y puede haber ampollas o una abertura superficial porque las capas superiores han sido afectadas. En la tercera fase, la herida ha dañado el tejido graso subcutáneo y muestra un cráter profundo. Hay, por tanto, una pérdida total del grosor de la piel que puede ocasionar la necrosis del tejido subcutáneo. Finalmente, en la cuarta fase la úlcera es una herida severa que penetra en el músculo y llega hasta el hueso. En esta fase y en la anterior, las lesiones pueden presentar cavernas o trayectos sinuosos. Para determinar en que estado se encuentra la úlcera, hay que eliminar primero todo el tejido necrosado.
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