12Dic. 03
Según el Estudio Delphi "Sexo, Género y Salud", en la actualidad se tiende a "alejar innecesariamente a las mujeres de la toma de decisiones que conciernen a su salud y a su integridad física y mental y también de la posibilidad de influir sobre la naturaleza y la concepción de los servicios sanitarios públicos", denuncia el doctor Juan José Artells, director general de la Fundación Salud, Innovación y Sociedad, promotora del proyecto.
El estudio ha contado con la participación de 364 panelistas, pero no se trata de una encuesta sino que sus conclusiones sólo representan las opiniones del grupo de personas consultadas, «lo que garantiza que la información sea independiente», según el doctor Artells. Se les realizó un cuestionario para que expresaran cómo querrían que evolucionaran y como creían que se desarrollarán realmente «una serie de factores y circunstancias muy asociadas al mantenimiento o a la eliminación de las desigualdades en salud y en acceso y utilización de los servicios sanitarios por parte de las mujeres».
Entre las conclusiones del análisis prospectivo delphi se encuentra el rechazo de los panelistas a «mantener una situación de intervención paternalista por parte del sistema sanitario» y a que la asistencia sanitaria a la mujer se enfoque exclusivamente al ámbito de la reproducción, porque «la salud de la mujer no se limita a la salud sexual y reproductiva, es todo su ciclo de vida», como indica Isabel Yordi, directora del programa de Salud y Mujer de la oficina regional europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Asimismo, se solicita a los profesionales que la atención a las enfermedades que afectan por igual a los dos sexos sea equitativa, algo que no ocurre por ejemplo en las patologías cardiovasculares y osteoarticulares.
Los participantes consideran que el hecho de que la mujer tenga que compaginar las tareas domésticas con su trabajo le provoca problemas de salud, porque «está demostrado que estas situaciones están asociadas a dolencias psicosomáticas, a veces inespecíficas y de difícil comunicación con el médico, pero que perjudican considerablemente más en las mujeres que en los hombres la calidad de vida», en palabras del doctor Artells.
Por otro lado, la mayor esperanza de vida de las mujeres tendrá un aspecto negativo, debido a que la precariedad a lo largo de su vida laboral conllevará que cuando lleguen a una edad avanzada sean personas «dependientes, pauperizadas y con riesgo importantísimo de exclusión social».
Los panelistas también destacan la «inaceptabilidad de que se continúen filtrando sesgos en la producción de conocimiento científico biomédico cuando los experimentos acerca de la eficacia de fármacos o tratamientos llegan a conclusiones sin tener suficiente información sobre el efecto sobre las mujeres, que, al estar subrepresentadas en la muestra, hace que las conclusiones estén sesgadas». Para el doctor Artells, evitar esta discriminación es fundamental porque «resolviendo las cuestiones de desigualdad de género se gana en eficiencia»
Acceso a la salud
La ministra de Sanidad, Ana Pastor, opina que «todavía los sistemas sanitarios de todos los países europeos no están preparados para que se acceda en condiciones de igualdad», por lo que insiste en la necesidad de desarrollar políticas que eviten la desigualdad y las diferencias en la calidad de vida entre la población masculina y femenina. Además, aclara que «no queremos hacer servicios exclusivos para mujeres, sino políticas de salud que tengan en cuenta el género».
El estudio ha sido patrocinado por la División de Salud de la Mujer de Novartis, que fue creada en 2002 y cuyo «compromiso social va también en relación a la igualdad entre hombres y mujeres, la situación que la mujer pueda tener actualmente en nuestra sociedad y lo que pueda repercutir a nivel de su salud», según Ester Banqué, responsable de esta división.
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