La infertilidad es un problema que traspasa las barreras de lo puramente médico y es fuente de muchos trastornos psicológicos y de pareja. Hace unos años, solucionar este problema médico mediante la fecundación in vitro o bien la inseminación artificial parecía poco usual, pero ahora son soluciones que se ponen en práctica de manera cotidiana.
La natalidad de nuestro país es una de las más bajas de Europa. La media de hijos que tiene una mujer española actualmente es de 1,07, cuando lo estimado para tener un buen recambio generacional sería una media de 2,1. Esto supone que España tiene una población envejecida y, en un futuro, decreciente. Las razones de esta coyuntura pasan desde el cambio social experimentado en las últimas décadas hasta una escasa o nula política de incentivación de la natalidad en nuestro país. Las parejas en edad fértil planifican tarde la reproducción en el caso de que se la lleguen a plantear.
La infertilidad es otra causa importantísima de esta baja natalidad y las técnicas de reproducción asistida suponen una solución para muchas parejas que, una vez planteada la difícil cuestión de tener un hijo, se enfrentan a la imposibilidad de concebirlo de manera natural. Hace 23 años nació Louise Brown, el primer bebé fertilizado in vitro del mundo. Ahora, esta practica ya no parece una innovación sino una realidad plenamente instaurada en todos los institutos de reproducción asistida. Para el doctor Pere Barri, jefe de servicio de Medicina de la Reproducción del departamento de Obstetrícia y Ginecologia del Institut Universitari Dexeus, «el nivel reproductivo del hombre es más bajo que el de los animales y la infertilidad es una enfermedad y como tal es un aspecto más de la medicina». Según el doctor Barri, las parejas que necesitan técnicas de reproducción asistida no siempre acuden al médico. «Todavía hay poca información, es poca la divulgación que se hace para que la gente sepa qué soluciones tiene para su problema concreto y que puede acudir a un hospital con toda la tranquilidad», asegura. Todo este esfuerzo que proviene del mundo médico para mejorar la información sobre las posibles técnicas de reproducción asistida contrasta con el poco interés a nivel institucional de las directrices para incentivar la natalidad. «En España hay pocas políticas pro-natalidad, que podrían ser desde potenciar el nacimiento del segundo hijo, a prometer ayudas económicas a las parejas jóvenes, pero no se hace», opina el doctor Barri.
La problemática de la destrucción de los embriones
Actualmente los debates entorno a las técnicas de reproducción asistida se centran en el problema de los embarazos múltiples y la ética de los embriones congelados. Respecto a este tema, el doctor Barri opina que en los casos en los que una pareja ya no quiera utilizar un embrión que ha congelado porque sus circunstancias han cambiado por cualquier razón, la ley dictamina dos procedimientos: «uno, la pareja debe implantarse los embriones que ha congelado, o dos, ha de donarlos. Pero las parejas no aceptan ninguna de estas dos soluciones si han decidido no tener más hijos y entonces se produce una situación de indefinición legal. En el Reino Unido se destruyen embriones pero estamos hablando de costes elevadísimos y una gran responsabilidad, es una situación muy compleja». Ante este problema, según el doctor Barri, «la responsabilidad de los médicos es poner esta disyuntiva sobre la mesa para que se sepa y se haga algo al respecto».
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