La primavera, la alergia altera

11Abr. 01

La rinitis alérgica estacional afecta entre cuatro y cinco de cada cien españoles, siendo una de las enfermedades crónicas más prevalentes en Europa, con 47 millones de afectados, y la más frecuente en Estados Unidos. Sus múltiples manifestaciones (picor, irritación nasal, estornudos y mucosidad) son más molestos que graves, por lo que durante mucho tiempo ha sido trivializada por los propios pacientes. Pero ahora los especialistas han advertido de los riesgos que padecerla puede conllevar en la vida diaria, escolar y, sobre todo, en la vida laboral.

Un estudio publicado en la revista especializada Annals of Allergy, Asthma & Inmunology ha demostrado cómo la rinitis alérgica disminuye las facultades cognitivas de los pacientes que la padecen, haciéndoles perder efectividad en sus tareas y llevándoles a gastar más tiempo en llevarlas a cabo. Falta de atención, falta de concentración, menos coordinación visual y menos capacidad de retención son sólo algunas de las consecuencias de la rinitis. Unos efectos que pueden llevar, en casos extremos, a trágicas consecuencias en los colectivos profesionales que realizan tareas peligrosas o manejan transportes o maquinaria pesada.

Según destaca el autor del trabajo, el doctor J.A. Wilken del Veteran Affairs Medical Center , «el paciente con rinitis comete numerosos errores y sufre lapsus en su estado de vigilancia que motivan la pérdida de productividad laboral y escolar».

El mismo estudio indica, por ejemplo, cómo la distancia de frenado en los conductores con rinitis alérgica se incrementa en veinte pasos, lo que puede desencadenar un accidente que no se produciría en condiciones normales. En total, el estudio ha detectado anormalidades sobre doce variables, que la rinitis alérgica afecta en diferente grado: memoria mental, resistencia a interferencias, velocidad de proceso, percepción visual, atención, vigilancia, reconocimiento de información, procesos matemáticos, velocidad psicomotora, memoria, tiempo de reacción y resolución de problemas. Además, los resultados en los test de los pacientes empeoraron a medida que la estación de la alergia avanzaba.

El aumento de los cipreses aumenta el asma

Otro fenómeno sobre el que los expertos llaman la atención es el creciente número de cipreses que llenan los jardines urbanos de nuestro país y que han elevado al 20 por ciento el número de alérgicos del estado, al haberse multiplicado por cinco la presencia de polen de ciprés en el aire en los últimos diez años.

Según Javier Subiza, presidente del comité de Aerología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), mientras en los años ochenta el nivel de concentración anual de polen de ciprés y especies amazónicas era de dos kilos por metro cúbico de aire, hoy la concentración supera los diez kilos. Y a causa de ello, entre un 15 y un 20 por ciento de los españoles sufren asma en invierno.

Otras hipótesis que los alergólogos barajan para explicar el aumento de las alergias son la bonanza del tiempo, la contaminación atmosférica y los factores higiénicos. Este último punto se refiere a la disminución de virus y bacterias en las zonas urbanas desarrolladas, lo que según los especialistas de la SEAIC ha supuesto que el organismo se haya vuelto más vago a la hora de defenderse de determinados agentes.