04May. 04
La enfermedad de Parkinson tiene una etapa presintomática que puede constituir "la ventana idónea para utilizar fármacos o estrategias que alteren los mecanismos que llevan a la muerte de las neuronas", señala el doctor Francisco Grandas, coordinador del Grupo de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología y miembro del Servicio de Neurología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
El Parkinson es una patología de causas aún desconocidas, pero con «una base genética para un número relevante y significativo de pacientes». Un diez por ciento de los enfermos tiene familiares de primer grado con esta patología y de ellos otro diez por ciento «tiene un gen o una anomalía cromosómica conocida relacionada con la enfermedad». Pero incluso en aquellos pacientes sin antecedentes familiares «es muy probable que exista una susceptibilidad genética como base de la enfermedad», a la que se unirían otros factores ambientales para dar lugar a la aparición del Parkinson.
Los expertos han detectado que hay «personas que tienen el déficit neuroquímico de la enfermedad de Parkinson», pero no desarrollan la patología hasta que se han destruido el 60 por ciento de las neuronas dopaminérgicas. Por ello, en estos pacientes podría aplicarse «la combinación de un marcador biológico y un fármaco para intentar prevenir la aparición de los síntomas o prolongar la fase en que los síntomas no aparecen». Asimismo, se están estudiando «los mecanismos básicos que determinan la muerte de neuronas dopaminérgicas en determinadas zonas del cerebro», como pueden ser el estrés oxidativo, la inflamación, la apoptosis, etc.
La investigación también se enfoca a «restaurar el tejido degenerado por la enfermedad». Para ello «se esta intentando implantar células embrionarias con capacidad dopaminérgica u otras células con capacidad de síntesis de la dopamina», un compuesto esencial en el control del movimiento.
Por su parte, el doctor Gurutz Linazasoro, del Centro de Neurología y Neurocirugía Funcional de la Clínica Quirón de San Sebastián, indica que hay unos 60 fármacos en fase de experimentación y algunos ya han comenzado su desarrollo clínico. Sin embargo, recuerda que «hay muchas expectativas con determinados tratamientos, pero hasta que sean aplicables a los enfermos pasarán años».
Tratamiento sintomático
En la actualidad el tratamiento «mejora los síntomas de la enfermedad, pero no podemos curarla ni prevenir su progresión», explica el doctor Grandas. Existen una serie de fármacos (fundamentalmente la levodopa) que «si se manejan de forma correcta se puede conseguir que la capacidad funcional de los pacientes sea muy buena» y que sus expectativas de vida sean análogas a las de la población general.
La terapia farmacológica tiene como objetivo «reemplazar el déficit de dopamina», pero «a largo plazo se asocia a fluctuaciones de la movilidad y movimientos involuntarios». Llegado este momento se puede recurrir a la cirugía, pero sólo «un diez por ciento de los pacientes parkisonianos podrían ser subsidiarios del tratamiento quirúrgico», porque debe ser un enfermo «con una historia evolutiva de la enfermedad de por lo menos cuatro o cinco años y con complicaciones que con la manipulación farmacológica normal no se controlan». Además, debe tener menos de 70 años, ya que en edades superiores existe una cierta «atrofia cerebral» y hay «riesgo de deterioro intelectual».
La intervención «consiste en implantar electrodos para inducir la estimulación de los núcleos subtalámicos, que forman parte de un complejo circuito de estructuras nerviosas necesarias para el control del movimiento». El efecto terapéutico se mantiene durante un periodo de al menos cinco años.
El doctor Linazasoro cree que es preciso «mejorar las técnicas quirúrgicas» haciéndolas «más accesibles para la mayoría de los pacientes y con menos efectos secundarios». Para lograrlo apuesta por acortar la duración de la intervención y reducir las listas de espera. Este especialista añade que la complejidad de las operaciones hace que «probablemente sea mejor que haya un grupo reducido de equipos expertos» y que éstos sean liberados de otras labores para poder dedicarse a realizar este tipo de intervenciones.
Plan nacional
Carles Guinovart, presidente de la Federación Española de Parkinson (FEP), prevé que «cada vez serán necesarios más recursos para afrontar con éxito el tratamiento multidisciplinar» de la enfermedad. Por ello, pide a la administración que ponga en marcha un plan nacional «que aborde de una forma seria y eficaz aspectos como la creación de centros de día sociosanitarios, la formación especializada para profesionales y la atención personalizada» de los enfermos. Asimismo, aboga por la desaparición de las listas de espera para las intervenciones quirúrgicas y por un aumento de los recursos destinados a la investigación sobre la enfermedad de Parkinson.
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