17Sep. 08
La Universidad de Granada está realizando un estudio donde diversos voluntarios se someten a distintas pruebas médicas y tienen un catering idéntico al que se ofrece en vuelo. Lo que se pretende es combatir un trastorno frecuente que afecta a un tres por ciento de los pasajeros de larga distancia y que puede tener graves repercusiones sanitarias.
Prevenir la aparición del síndrome de la clase turista es el objetivo que se pretende alcanzar con un nuevo dispositivo ideado por la Universidad de Granada (UGR), diseñado y fabricado por Entrenatech, una empresa de I+D de la misma universidad. El aparato serviría para prevenir el desarrollo de trombosis venosas en las piernas y para activar la bomba venomuscular que permite el retorno venoso de la sangre al corazón.
La iniciativa está probándose con un estudio iniciado en el CARD (Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Sierra Nevada). Como explica uno de los responsables de este proyecto, el doctor Fidel Fernández Quesada, profesor asociado de Cirugía y especialista del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Clínico San Cecilio de Granada, «se ha escogido el CARD porque al estar situado a más de 2.000 metros de altitud se pueden simular perfectamente las condiciones que existen en vuelos internacionales». Asimismo, añade que «se han cuidado al máximo todos los detalles, de manera que los participantes comen lo mismo que se ofrece en estos vuelos y están situados con espacio y movilidad similar».
Partiendo de estas condiciones, se está evaluando por medio de diferentes pruebas diagnósticas la posible aparición de signos indicativos del síndrome de la clase turista.
Fases del estudio
Como indica el especialista, «la idea es probar con los responsables del proyecto (Entrenatech) su patente (denominada slip-flow) en una situación muy semejante a la que existe en la cabina de un avión presurizado volando a altitud de crucero». En el estudio participan voluntarios sanos que, en la primera fase del estudio, han estado varias horas con movilidad restringida y con la dieta de catering de un avión, tanto en bebida como en alimentación sólida. También se les ha realizado cuestionarios para evaluar sintomatología, medidas de diámetros, y determinación de parámetros funcionales venosos, mediante eco-doppler y pletismografía en ambas piernas.
Como principal recurso diagnóstico se utiliza el sistema de ultrasonidos M-TurboT, de la empresa Sonosite, que permite su utilización en todas las aplicaciones clínicas en los puntos de atención a pacientes. La nueva plataforma M-Turbo, la cuarta desde el lanzamiento en 1998 del primer ecógrafo de mano, permite obtener una nitidez de imagen superior en exploraciones de todo tipo, además de facilitar la exportación de imágenes (todo ello en un sólido equipo de mano que pesa menos de cuatro kilos).
Asimismo, en una segunda fase, los voluntarios han sido sometidos a las condiciones estandarizadas de un vuelo en dos grupos: unos debían comportarse como hacen habitualmente en cualquier viaje mientras que los otros hacían ejercicio de las piernas con el flip-flow durante ese periodo. Pasadas cuatro horas se han evaluado de nuevo esos parámetros en todos los participantes. Posteriormente, y para completar la última fase, ya se está preparando una nueva una evaluación completa para determinar la evolución de los voluntarios.
Pero, ¿qué es el síndrome de la clase turista?
El síndrome de la clase turista fue acuñado a finales de los años 1990 para denominar a varios casos de muerte súbita de personas jóvenes y sanas que sólo tenían como nexo en común el haber realizado viajes largos en avión en los días previos. Debido a esto se detectó que personas que realizaban viajes de larga duración en avión tenían un riesgo mayor de sufrir trombosis, especialmente trombosis venosa profunda (TVP) y su principal complicación: el tromboembolismo pulmonar.
El mecanismo de la trombosis en viajes largos es debido a la combinación de inmovilización, deshidratación y factores predisponentes. Personas con enfermedades que predisponen a la trombosis como síndrome antifosfolípido y cáncer tienen probablemente mayor riesgo al igual que todas aquellas personas que tienen problemas circulatorios, las personas mayores y las embarazadas. Los síntomas pueden manifestarse con posterioridad al vuelo en forma de hinchazón, dolor, o bien hormigueo en las extremidades.
Actualmente, afecta a más de un tres por ciento de los pasajeros en vuelos de más de cuatro horas de duración.
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