21Nov. 06
Medicamentos tan comunes como el ibuprofeno, el ácido acetil salicílico o el diclofenaco son causantes de este tipo de reacciones. A más edad de los pacientes mayor número de fármacos consume y, en consecuencia, mayor riesgo de padecer alguna interacción farmacológica potencialmente grave. El médico de familia debe explicar a sus pacientes en qué casos la automedicación no entraña ningún riesgo.
Una de cada tres interacciones entre fármacos tiene como protagonista a un antiinflamatorio no esteroideos (AINE), según un trabajo realizado por médicos de Salt en Girona y presentado en el XXVI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina de Familia (semFYC), organizado por la Societat Valenciana de Medicina Familiar i Comunitària.
Cuando un paciente está tomando simultáneamente más de un medicamento, puede suceder que los efectos de un fármaco modifiquen los efectos de otro. Este fenómeno se conoce como interacción farmacológica. Además, las interacciones pueden producirse también entre medicamentos y alimentos. Fármacos tan comunes como el ibuprofeno, el ácido acetil salicílico o el diclofenaco son causantes de este tipo de reacciones. «Normalmente suelen afectar a personas con enfermedades crónicas y una edad avanzada», explica el doctor Vicente Baos, coordinador del Grupo de Utilización de Fármacos de la semFYC.
El estudio presentado en Valencia pone de manifiesto que a mayor edad de los pacientes más cantidad de fármacos se prescriben lo supone un riesgo creciente de padecer alguna interacción farmacológica potencialmente grave. El objetivo era determinar la prevalencia de las interacciones farmacológicas potencialmente graves en pacientes mayores de 45 años.
El trabajo contó con la participación de 1.260 pacientes mayores de 45 años que tomaban dos o más fármacos. Se identificó una tasa de interacciones farmacológicas del 13,2 por ciento y en el 96 por ciento de los casos eran potencialmente graves. Además, en los pacientes que presentaban interacciones, la media de medicamentos era de nueve respecto a aquellos en los que no se ha observado ninguna interacción en los que esta media era de la mitad (4,62). No se encontraron diferencias significativas entre sexos.
Interacciones más frecuentes
De las interacciones que se registraron, las más frecuentes fueron con AINEs con estos mismos o con salicilatos, en un 32 por ciento de los casos; anticoagulantes con otros, en un 12 por ciento; digoxina con diuréticos tiazídicos o de aspirina, en un 11 por ciento; IECAs o ARA II (dos familias de antihipertensivos muy utilizados) con diuréticos ahorradores de potasio o sales de potasio, en un 11 por ciento y estatinas con otros medicamentos, en un 8,3 por ciento. Los autores de la investigación comprobaron que hay una correlación «estadísticamente significativa» entre el número de fármacos que se toman y la mayor o menor presencia de interacciones. Del total de pacientes analizados, un 49,3 por ciento toman más de cuatro fármacos y un 25 por ciento más de siete. En el primer grupo la irrupción de interacciones fue de un 23 por ciento, cifra que se elevaba al 34 por ciento en el segundo grupo.
Los límites de la automedicación
«La automedicación en su justa medida», es el mensaje que quiere transmitir el doctor Vicente Baos. Según experto, «es preciso dejar claro cuáles son los límites de la automedicación porque hay algunas patologías leves en las que el paciente no sólo puede utilizarla, sino que debe. Un catarro común, un dolor leve de cabeza o muscular pueden tratarse perfectamente en casa con algún analgésico. En cambio, no pueden consumirse de forma irresponsable otros fármacos, como los antibióticos, que precisan prescripción médica».
Además, como subraya el doctor Baos, «son precisamente los antibióticos los fármacos de los que más se abusa y los más susceptibles de ser utilizados sin consultar a un profesional». «La población joven, trabajadora, muy ocupada y con poco tiempo para acudir a la consulta del médico, es la que más tiende a la automedicación», concluye.
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