Los expertos apuestan por retrasar el inicio del tratamiento contra el VIH

Los expertos apuestan por retrasar el inicio del tratamiento contra el VIH

El uso continuado del tratamiento antirretroviral durante años pasa factura y hoy los efectos secundarios se acumulan. En opinión del doctor Josep Maria Gatell, del Servicio de Enfermedades Infecciosas en el Hospital Clínico de Barcelona, «aunque el tratamiento se inicie en una fase relativamente tardía, el sistema inmunológico consigue recuperarse lenta pero adecuadamente», lo que en su opinión lleva a que «no haya inconveniente alguno para retrasar el inicio del tratamiento y tratar de reducir así los efectos secundarios».

Sin embargo, el propio doctor Gatell cree que esta tendencia a retrasar el inicio del tratamiento podría modificarse en un futuro si se dispusiera de medicamentos mejor tolerados, aunque «debe tenerse siempre cuidado de no retrasar la instauración del tratamiento hasta el punto de exponer al paciente a desarrollar una enfermedad oportunista», advierte.

Como novedad farmacéutica el doctor Gatell destaca el inhibidor de la proteasa BMS-232632 que podría estar disponible en dos años y en una dosis única diaria, solventando el inconveniente de los inhibidores clásicos que deben ser administrados dos o tres veces al día.

Los efectos del tratamiento antirretroviral

Otro de los especialistas reunidos en el simposio, el doctor Santiago Moreno, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, subraya que se debe distinguir la toxicidad acumulada de un tratamiento que se prolonga durante años de los efectos secundarios atribuibles individualmente a cada medicamento. Estos últimos son de aparición más precoz e inmediata, como hipersensibilidad, pancreatitis, reacciones cutáneas, alteraciones del sistema nervioso central o diarrea. Mientras que los efectos por la administración continuada de antirretrovirales, explica Moreno, son «la elevación de los lípidos, la acidosis láctica y la lipodistrofia».

Este último efecto, la lipodistrofia, es el que más preocupación genera a los especialistas en la actualidad. Hasta ahora se creía que esta alteración del metabolismo de los lípidos que provoca una redistribución de la grasa corporal estaba asociada a un tratamiento antirretroviral concreto, pero los últimos datos indican que no puede atribuirse a un fármaco determinado y que hay otros factores implicados. El doctor Gatell, autor de un estudio sobre este trastorno, cree que el riesgo de lipodistrofia es mayor a medida que aumenta la edad del paciente y la duración del tratamiento y, añade que «parece que afecta a las mujeres más que a los hombres».

Aunque el problema estético que supone la lipodistrofia es, en opinión del doctor Moreno, asumido por los pacientes como un perjuicio asociado a los beneficios del tratamiento, «un precio que hay que pagar por mantener a raya el virus».

Las interrupciones cíclicas de los tratamientos

Otra de las líneas de investigación sobre VIH que actualmente se desarrollan están dirigidas a potenciar el sistema inmune del paciente seropositivo a través de interrupciones cíclicas del tratamiento. En opinión del doctor Vicente Soriano, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Instituto Carlos III, este procedimiento sólo está justificado en pacientes que han desarrollado una fuerte toxicidad, ya que esta medida les permite descansar del tratamiento siempre dentro de ensayos clínicos controlados.

El problema es que «se corre el riesgo de que se reduzca el número de linfocitos CD4 durante ese periodo», advierte el doctor Soriano. Por lo que afirma que sólo un pequeño grupo de pacientes pueden beneficiarse de esta estrategia.