Los hospitales españoles tienen un déficit de camas geriátricas de entre el 80 y el 90 por ciento

Según un informe promovido por la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), es necesario incrementar el número de camas hospitalarias para ancianos entre un 80 y un 93 en el caso de las camas para enfermos con patología aguda y entre un 46 y un 77 por ciento en las camas de recuperación funcional.

En la actualidad los ancianos representan el 17 por ciento de la población española, pero ese porcentaje «irá subiendo hasta alcanzar en 2050 entre el 25 y el 30 por ciento». Concretamente el grupo que más crece es el de mayores de 75 u 80 años, por lo que el «impacto sobre el sistema sanitario será especialmente importante», opina el doctor Leocadio Rodríguez Mañas, presidente de la SEMEG. Este experto añade que «los ancianos necesitan una atención sanitaria específica para ellos que se debe realizar en los hospitales de la red».

«Hoy en día el negocio de la salud es un negocio para ancianos», ya que por ejemplo el 70 por ciento de los casos de ictus y el 60 por ciento de los de cardiopatía isquémica se producen en la población anciana. Este colectivo es el destinatario del 40 por ciento del gasto sanitario y del 77 por ciento del gasto farmacéutico. Sin embargo, el doctor Rodríguez Mañas considera que la solución no es crear «centros monográficos para ancianos», porque «el riesgo de infratratamiento y discriminación por razón de edad es grande».

Resultados del estudio

El informe de la SEMEG «puede servir de base de discusión, siempre técnica, con los distintos ámbitos políticos y las administraciones sanitarias» y se ha realizado a partir de cifras del Ministerio de Sanidad, las comunidades autónomas y distintas publicaciones científicas, señala uno de sus coordinadores, el doctor Francisco Suárez, miembro de la SEMEG. Además añade que «está basado en datos, no en suposiciones o creencias, y tiene una base científica».

Con el estudio se pretende realizar un «acercamiento a las necesidades de atención sanitaria del que hasta hoy (y de hoy en adelante cada vez más) es el principal usuario del Sistema Nacional de Salud», explica el doctor Rodríguez Mañas. De acuerdo con sus datos, actualmente en España existen 882 camas geriátricas hospitalarias de agudos, cuando en realidad serían necesarias entre 4.368 y 12.508. Respecto a las camas geriátricas hospitalarias de recuperación funcional, nuestro país dispone de 2.066, mientras que estos expertos consideran que deberían incrementarse hasta alcanzar entre 3.859 y 8.932 camas.

Diferencias por comunidades autónomas

«En cuanto a atención geriátrica en hospitales generales por patología aguda es destacable como Castilla La Mancha tendría un déficit del 30 por ciento, pero es una excepción porque tiene especialistas y unidades de geriatría en gran parte de sus hospitales», en palabras del doctor Juan J. Baztán, otro de los coordinadores del estudio y miembro de la SEMEG. En cambio, en las otras autonomías el déficit supera el 50 por ciento y en algunos casos, como Baleares, Cantabria, Murcia, País Vasco, Ceuta y Melilla, llega al 100 por cien.

Los resultados relativos a las camas de recuperación funcional «están sesgados por los recursos existentes en Cataluña», advierte el doctor Baztán, puesto que en esa comunidad existe una mejor cobertura asistencial. En el resto de España, «su presencia es testimonial», y de nuevo carecen de este tipo de recursos las comunidades anteriormente citadas, a las que se unen Navarra y Extremadura. Estas deficiencias son especialmente preocupantes porque «el deterioro funcional se da en uno de cada tres ancianos que ingresan con una patología aguda» y en esos casos requieren una recuperación funcional.

Para paliar estas carencias el doctor Baztán cree que «hay que modificar probablemente la estructura asistencial a los ancianos en los hospitales complementando lo que ya hay». Por su parte, el doctor Rodríguez Mañas critica que «falta cierto grado de voluntad por parte de los gestores y planificadores sanitarios» y recuerda que «no haría falta una inversión ni siquiera de mediano calibre para poder implementar los recursos que nosotros consideramos que son necesarios».