Los niños comen cada vez peor

27Jul. 01

Un estudio del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona constata la desestructuración de los hábitos alimentarios de una amplia muestra de niños de once a trece años de esta provincia. Y subraya un preocupante dato: dos de cada cinco de ellos quieren adelgazar, incluso aunque su peso sea normal o inferior al recomendado.

El Colegio de Farmacéuticos de Barcelona acaba de presentar un estudio sobre los hábitos alimentarios de los niños de once a trece años, el primero realizado en nuestro país de estas características. En total, 65 farmacéuticos entrevistaron a 2.354 niños de la provincia de Barcelona, revelando nuevas problemáticas.

La más importante es la excesiva preocupación que estos niños tienen por su peso y su imagen física, que provoca que un 40 por ciento de los niños encuestados deseen estar más delgados, a pesar de que la mitad de ellos tenga un peso normal. Este dato muestra cómo el peligro de sufrir trastornos alimentarios como anorexia y bulimia planea sobre edades cada vez más tempranas.

«El estudio marca unas tendencias diferentes a las que conocíamos», afirma María Teresa Bessons, vicepresidenta del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona (COFB). «Por desgracia, han cambiado los hábitos alimentarios y se ha sustituído la sana dieta mediterránea por golosinas y alimentos trofeo», añade.

Las principales nuevas tendencias son:

– Una desestructuración del comportamiento alimentario de los niños, provocada por la mayor libertad que tienen a la hora de elegir qué y cuándo comen, favoreciendo la cultura del snacking y el picar entre horas.

– Una creciente y excesiva preocupación por la imagen corporal.

– Una disminución de las horas de sueño a favor de las horas de televisión.

– Una menor actividad física y mayor sedentarismo.

Se preocupan pronto y demasiado por su peso

Midiendo la masa corporal de estos niños, se determinó que uno de cada cuatro de ellos se encontraba en bajo peso, casi dos de cada cinco en situación de sobrepeso y uno de cada 50 estaba malnutrido. Pero además, un 40 por ciento de todos ellos declaró que le gustaría estar más delgado. Por sexos, los chicos se mostraron más satisfechos con su peso, pero sin mucha diferencia respecto a las niñas. Otro dato preocupante es que un 8,4 por ciento de los niños con bajo peso incluso querían estar más delgados.

Sorprendente es, también, que uno de cada cinco niños encuestados afirmó que ya había hecho dieta para adelgazar y casi un 20 por ciento afirmaba haber hecho ejercicio físico para perder peso. Esta preocupación por su peso es mayor a medida que el niño crece, a razón de dos puntos por año.

Triunfa la cultura del snack, pierde la dieta mediterránea

El estudio también ha investigado la frecuencia de consumo de determinados alimentos, constatando que las chicas suelen comer más verdura, fruta y alimentos sanos, un detalle que los autores relacionan con su mayor preocupación por su figura.

Pero en general, el consumo de los alimentos sanos de la dieta mediterránea está en retroceso, a favor de alimentos como la bollería o la comida rápida del tipo pizza, fritos, hamburguesas, etc. Como ejemplo, sólo un 40 por ciento de los niños y una de cada dos niñas afirma que come verdura con frecuencia, mientras que sólo el 25 por ciento de los niños encuestados comía asiduamente legumbres, frente al 32 por ciento de las niñas.

Otro de los datos relevantes es que el 18 por ciento de los niños acompaña las comidas con refrescos azucarados y el diez por ciento lo hace diariamente. Algo que puede ser muy perjudicial, afirma la doctora Castells, pues «los refrescos no pueden nunca sustituir el agua».

Demasiado poder de decisión

Una de las principales causas de esta situación, según este grupo de expertos, es la mayor libertad que hoy los padres dan a los niños para que decidan qué y cuándo quieren comer, saltándose horarios, favoreciendo el «snacking» o «picoteo» entre horas, teniendo acceso libre a la nevera y eligiendo alimentos más apetitosos (pizzas, preparados, fritos, etc.) en detrimento de los alimentos saludables.

Según el estudio sobre los niños de la provincia de Barcelona, la merienda, el desayuno y el almuerzo del patio son las tres comidas sobre las que más poder de decisión tienen los niños, mientras que en las cenas el menú está más fijado por los padres. Estas cifras están relacionadas con el hecho de que, cada vez con más frecuencia, los niños suelen comer sin la presencia de los padres. Según el estudio del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, uno de cada cuatro niños encuestados desayuna solo, mientras que uno de cada cinco come con toda la familia. Únicamente en la cena, la mitad de ellos conseguía reunirse con toda la familia.

Para contrarrestar estas cifras, los autores del estudio instan a que los padres, en la medida de lo posible, estén presentes mientras sus hijos comen y les eduquen en una buena nutrición, desde el ejemplo. «No hay que olvidar que alimentar es también un acto de convivencia, un acto social», recuerda la doctora Castells.

La televisión engorda… e indigesta

Otro de los problemas es, según este equipo de especialistas, que los niños ven demasiado la televisión mientras comen, lo que distrae su atención y además les lleva a elegir alimentos poco elaborados, fáciles y rápidos de digerir, a la vez que menos saludables. En concreto, cuatro de cada cinco niños cena mientras ve la televisión los días laborables y la mitad de los encuestados lo hace mientras desayuna o merienda.

«Hay muchos estudios que prueban que ver la televisión mientras se come hace que nos alimentemos peor», expone la doctora Castells, quien afirma que «cuando uno está comiendo, tendría que estar comiendo y punto». La razón, según esta especialista, es que se ha comprobado que el ver televisión favorece el consumo de productos poco saludables. Además, los niños ven más horas de televisión por la noche lo que provoca, según estos especialistas, que duerman peor. El estudio del COFB afirma que el 32 por ciento de los niños encuestados no durmió bien durante el último mes.

Recomendaciones de los expertos

Los autores de este estudio consideran totalmente probada la relación entre salud y alimentación, por lo que instan a padres, educadores y administraciones a que fomenten todavía más los hábitos saludables y la educación nutricional con el objetivo de detener esta desestructuración alimentaria.

Sus consejos son fomentar el comer en familia, no dejar que el niño coma con la televisión encendida o haciendo otra actividad (leer, hacer los deberes, etc.), disminuir los alimentos fáciles, disminuir el consumo de refrescos, aumentar el consumo de alimentos básicos (cereales, verdura, fruta, lácteos etc.), aumentar las horas de sueño, disminuir el sedentarismo y aumentar el ejercicio físico.

De no corregir estos malos hábitos, los problemas en la salud futura de estos niños pueden ser numerosos y graves. Hay suficientes estudios científicos que muestran que la aparición de enfermedades como la obesidad, hipercolesterolemia, hipertensión, diabetes y las diferentes afecciones coronarias, está estrechamente relacionada con la alimentación durante las primeras décadas de vida.