Los niños comen cada vez peor (II)

27Jul. 01

Un estudio del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona constata la desestructuración de los hábitos alimentarios de una amplia muestra de niños de once a trece años de esta provincia. La excesiva autonomía que tienen para escoger qué, cuándo y cómo comen les hace decantarse hacia alimentos poco sanos.

El estudio también ha investigado la frecuencia de consumo de determinados alimentos, constatando que las chicas suelen comer más verdura, fruta y alimentos sanos, un detalle que los autores relacionan con su mayor preocupación por su figura. Aunque, en general, el consumo de los alimentos sanos de la dieta mediterránea está en retroceso, a favor de alimentos como la bollería o la comida rápida del tipo pizza, fritos, hamburguesas, etc. Como ejemplo, sólo un 40 por ciento de los niños y una de cada dos niñas afirma que come verdura con frecuencia, mientras que sólo uno de cada cuatro niños come asiduamente legumbres, frente al 32 por ciento de las niñas.

Otro de los datos relevantes es que el 18 por ciento de los niños acompaña las comidas con refrescos azucarados y el 10 por ciento lo hace diariamente. Algo que puede ser muy perjudicial, afirma la doctora Castells, pues «los refrescos no pueden nunca sustituir el agua».

La principal culpable de esta situación, según este grupo de expertos, es la mayor libertad que hoy los padres dan a los niños para que decidan qué y cuándo quieren comer, saltándose horarios, favoreciendo el «snacking» o «picoteo» entre horas, teniendo acceso libre a la nevera y eligiendo alimentos más apetitosos (pizzas, preparados, fritos, etc.) en detrimento de los alimentos saludables.

Según el estudio sobre los niños de la provincia de Barcelona, la merienda, el desayuno y el almuerzo del patio son las tres comidas sobre las que más poder de decisión tienen los niños, mientras que en las cena el menú está más fijado por los padres. Estas cifras están relacionadas directamente con el hecho de que los niños suelen comer sin la presencia de los padres. Un 24 por ciento de los niños desayuna solos, mientras que sólo un 19 por ciento comen con toda la familia, cifra que se eleva al 48 por ciento en la cena.

Para contrarrestar estas cifras, los autores del estudio instan a que los padres, en la medida de lo posible, estén presentes mientras sus hijos comen y les eduquen en una buena nutrición, desde el ejemplo.

La televisión engorda e indigesta

Otro de los problemas es, según este equipo de especialistas, que los niños ven demasiado la televisión mientras comen, lo que distrae su atención y además les lleva a elegir alimentos poco elaborados, fáciles y rápidos de digerir, a la vez que menos saludables. En concreto, casi el 80 por ciento de los niños cena mientras ve la televisión los días laborables y el 50 por ciento lo hace mientras desayuna o merienda.

«Hay muchos estudios que prueban que ver la televisión mientras se come hace que nos alimentemos peor», expone la doctora Castells, quien afirma que «cuando uno está comiendo, tendría que estar comiendo y punto». La razón, según esta especialista, es que se ha comprobado que el ver televisión favorece el consumo de productos poco saludables, como hay suficientes estudios que muestran la relación entre consumo de televisión y aumento de peso.

«No hay que olvidar que alimentar es también un acto de convivencia, un acto social», recuerda la doctora Castells.

El mayor consumo de horas de televisión también provoca, según estos especialistas, que los niños duerman peor. Según los datos de este estudio, el 32 por ciento de los niños encuestados no durmió bien durante el último mes, y de éstos, al 27 por ciento le resultó difícil y casi el 26 por ciento se levantó cansado a pesar de dormir de un tirón, pues no durmió el número de horas adecuadas.

Recomendaciones de los expertos

Los autores de este estudio consideran totalmente probada la relación entre salud y alimentación, por lo que instan a padres, educadores y administraciones a que fomenten todavía más los hábitos saludables y la educación nutricional con el objetivo de detener esta desestructuración alimentaria.

Sus consejos son fomentar el comer en familia, no dejar que el niño coma con la televisión encendida o haciendo otra actividad (leer, hacer los deberes, etc.), disminuir los alimentos fáciles , disminuir el consumo de refrescos, aumentar el consumo de alimentos básicos (cereales, verdura, fruta, etc.), aumentar las horas de sueño, disminuir el sedentarismo y aumentar el ejercicio físico.

De no corregirlos, los problemas en la salud futura de estos niños pueden ser numerosos y graves. Hay suficientes estudios científicos que muestran que la aparición de enfermedades como la obesidad, hipercolesterelemia, hipertensión, diabetes y las diferentes afecciones coronarias, está estrechamente relacionada con la alimentación durante las primeras décadas de vida. Además de que una mala educación nutricional en la infancia es mucho más difícil corregir durante la etapa adulta.

Los niños comen cada vez peor (I)