Medio Ambiente y Salud

El asma, la EPOC, la aparición temprana de enfermedades respiratorias en los niños, la pérdida en la función pulmonar e incluso el cáncer de pulmón, aumentan a consecuencia de la contaminación ambiental. Medidas como el control de emisiones industriales o domésticas y la reducción del tráfico promoviendo el uso del transporte colectivo y evitar el tabaco -que también es un contaminante ambiental- pueden hacer que todos, y especialmente las generaciones venideras, puedan respirar tranquilas.

La Dra. Cristina Martínez, coordinadora del área de Enfermedades Respiratorias y Medio Ambiente de SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica), apunta que los problemas respiratorios derivados de la exposición al aire contaminado se concretan en el empeoramiento de enfermedades respiratorias crónicas como el asma y la EPOC, la reducción de la capacidad pulmonar, el aumento de la vulnerabilidad a enfermedades como la neumonía y la bronquitis; y el riesgo de muerte por neumopatías y cardiopatías. Además, la exposición al aire contaminado favorece la aparición temprana de enfermedades respiratorias en los niños y cáncer de pulmón y; produce consecuentemente un aumento de los ingresos hospitalarios por enfermedades respiratorias.

Los síntomas pulmonares que se pueden observar inmediatamente después de la exposición a altos niveles de contaminación incluyen la irritación de las vías respiratorias, la disnea (dificultad para respirar) y una mayor probabilidad de sufrir un ataque de asma. Se ha demostrado, además, que la exposición a contaminantes del aire durante un periodo largo, aumenta la aparición de enfermedades pulmonares, incluyendo el cáncer, así como las muertes por estas enfermedades.

Junto a los procesos industriales, una de las principales fuentes de contaminación del aire son los vehículos, por lo tanto, a nivel individual es posible participar activamente en el cuidado del medio ambiente. Otra de las acciones que redundan en la limpieza del medio ambiente es evitar el consumo de tabaco y el mantenimiento de espacios libres de humo de tabaco ya que el tabaco es un importante contaminante ambiental. Sin embargo, «las políticas globales de protección del medio ambiente como el Protocolo de Kyoto o la Responsabilidad Social Corporativa son imprescindibles para legar a generaciones venideras el aire limpio y respirable al que tienen pleno derecho», comentó el Dr. Julio Ancochea, presidente de SEPAR, en el acto de clausura del 41 Congreso SEPAR, celebrado en Tenerife.

La contaminación del aire es especialmente perjudicial para las personas que sufren enfermedades respiratorias como el asma y la enfermedad obstructiva crónica (EPOC), que incluye bronquitis crónica y enfisema. Además de los enfermos crónicos respiratorios, los ancianos, los niños, incluso los que están en período de gestación, corren un riesgo más elevado de padecer los efectos perjudiciales derivados de la exposición a la contaminación del aire.

Asimismo, las personas con buena salud o que realizan ejercicio físico al aire libre también son vulnerables a los efectos adversos de la contaminación del aire, particularmente mientras haya concentraciones elevadas de ozono a nivel del suelo. En verano, cuando los niveles de contaminación del aire son mayores en días cálidos y soleados, se puede reducir la exposición al aire contaminado evitando realizar actividades dinámicas al aire libre o realizándolas por la mañana, cuando la contaminación suele ser menor.

La disminución de la capa de ozono y el consiguiente calentamiento de la atmósfera aumenta la concentración de ozono en la superficie terrestre. La temperatura también influye en la cantidad de radón emitido, causante conocido de cáncer de pulmón. Entre los principales agentes contaminantes que causan daño a la salud respiratoria están el ozono, el dióxido de nitrógeno, las partículas en suspensión y el dióxido de azufre.

El ozono (O3) es necesario porque absorbe la radiación ultravioleta. Sin embargo, cerca del suelo es perjudicial porque está formado por reacciones químicas entre los rayos del sol y los gases orgánicos emitidos por los coches y por las centrales eléctricas, las calderas industriales, las plantas químicas, etc. El ozono en los pulmones provoca dificultades respiratorias durante el ejercicio al aire libre, agrava el asma, aumenta la vulnerabilidad a la neumonía y la bronquitis y aumenta el riesgo de muerte por cardiopatías y neumopatías.

El dióxido de nitrógeno (NO2), que es una de las fuentes principales del smog (mezcla de humo y niebla), igualmente aumenta la incidencia de asma y el riesgo de muerte por neumopatías. El NO2, igualmente, lo producen los vehículos a motor y las centrales eléctricas, así como otras fuentes que queman combustibles fósiles. El dióxido sulfúrico (SO2) que proviene en su mayor parte de las industrias eléctricas y de las que queman carbón o petróleo, causa enfermedades respiratorias particularmente en niños y ancianos, agrava las enfermedades cardíacas y pulmonares existentes – especialmente el asma- y se acumula en los pulmones aumentando los síntomas de las enfermedades respiratorias e incluso el riesgo de muerte prematura.

Las partículas en suspensión, que proceden de procesos industriales y de la fricción de los vehículos sobre la carretera, se consideran el problema de contaminación ambiental más severo por sus graves afecciones al tracto respiratorio y al pulmón. Las partículas de menos de 10 µm pueden penetrar hasta las vías respiratorias bajas y están detrás de numerosas enfermedades respiratorias y del cáncer de pulmón.

A nivel individual es posible contribuir a la protección del medio ambiente usando medios de transporte alternativos al coche particular como andar (la OMS recomienda 20 min. de ejercicio diario), la bicicleta o el trasporte público. Si se va en coche, tratar de compartirlo, apagar el motor mientras no se circula, hacer el mantenimiento correcto y reducir la velocidad. Otras recomendaciones a seguir son: decantarse por un vehículo ecológico y que consuma lo mínimo, al adquirirlo nuevo e introducir la energía renovable en el hogar, además de intentar reducir el consumo energético.

La Dra. Martínez piensa que «medidas como el control de emisiones industriales o domésticas y la reducción del tráfico promoviendo el uso del transporte público o colectivo pueden, sin duda hacer que todos, y especialmente las generaciones venideras, puedan respirar tranquilas». Asimismo, el Dr. Julio Ancochea, presidente de SEPAR, considera que «respirar aire limpio y saludable es un derecho inalienable de todo ser humano».

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