Mejorar la calidad de vida de los enfermos de cáncer aliviando su dolor

Un 95 por ciento de los casos de dolor asociado al cáncer "se pueden controlar y dominar" pero muchos enfermos lo siguen padeciendo debido a una falta de formación de los profesionales, según el doctor Manuel González Barón, director de la Cátedra de Oncología y Medicina Paliativa de la Universidad Autónoma de Madrid, jefe del servicio de Oncología Médica del Hospital la Paz de Madrid y uno de los autores principales del libro Dolor y cáncer. Hacia una oncología sin dolor.

«Es inmoral que actualmente un enfermo se muera con dolor», afirma el otro coautor del libro, el doctor Amalio Ordóñez Gallego, profesor asociado de la Cátedra de Oncología y Medicina Paliativa de la Universidad Autónoma de Madrid y jefe de sección del servicio de Oncología Médica del Hospital la Paz de Madrid, que señala que el dolor es el segundo síntoma más habitual del cáncer (tras la astenia o cansancio). En su opinión es necesario desarrollar un servicio de oncología integral, en el que «hay que tratar el sufrimiento, no sólo el dolor físico sino también el moral». El doctor González Barón hace referencia al concepto de «dolor total», que añade al sufrimiento físico otros aspectos como «problemas económicos, falta de apoyo psicológico y espiritual, sentido de culpabilidad, etc.» que pueden influir negativamente en la eficacia del tratamiento oncológico.

La mitad de los enfermos de cáncer padecen dolor en las etapas iniciales, mientras que en estados avanzados de la patología lo sufren un 75 por ciento. Sin embargo, el doctor González Barón afirma que es «incierto que la intensidad o presencia del dolor sea un indicativo de la incurabilidad del cáncer».

Por su parte, el doctor Ordóñez indica que el dolor asociado al cáncer es crónico y destructivo (frente al defensivo que sirve de aviso de la presencia de una enfermedad en el organismo) y es necesario que los médicos intenten paliarlo «porque perturba la vida del enfermo». Este especialista añade que el tratamiento farmacológico es complejo, porque la eficacia es diferente en cada paciente y en ocasiones es necesario cambiar el tratamiento (mediante la denominada rotación de opioides). Además, señala que al dolor crónico se une el dolor irruptivo que requiere un tratamiento «con un medicamento que tenga un efecto inmediato».

Los tipos de cáncer que provocan una mayor prevalencia del dolor son, según el doctor Ordóñez, los que afectan al sistema óseo (como el mieloma) y los tumores de páncreas e hígado, mientras que los cánceres hematológicos (leucemias o linfomas) son los que causan menor dolor al enfermo. En un 70 por ciento de los casos el dolor se deriva del cáncer o está directamente relacionado con él, fundamentalmente debido a una infiltración directa, ya sea ósea, visceral, de vasos sanguíneos o de nervios. El otro 30 por ciento procede de las complicaciones que conlleva el tratamiento de quimioterapia, radioterapia o cirugía.

Ausencia de formación

Para el doctor González Barón «es paradójico que en la facultad de medicina se trate tan poco el sufrimiento», puesto que el objetivo del médico es aliviar ese sufrimiento. Asimismo, advierte que «la falta de interés y formación por parte de los profesionales sanitarios ha llevado a tratar la mayoría de las veces el dolor oncológico de una forma empírica, con una mala elección de los analgésicos, dosis insuficientes y vías de administración incorrectas». Para paliar estas carencias, el libro se dirige a «todos aquellos profesionales sanitarios interesados en el control de los síntomas de los enfermos de cáncer», tanto especialistas en oncología como enfermeros, psicólogos clínicos, psiquiatras, profesionales de especialidades relacionadas con el cáncer (cirujanos, internistas), médicos de atención primaria, etc.