Merck – El primer inhibidor de la integrasa (raltegravir, MK-0518) podría revolucionar la actual terapia antirretroviral

Un reciente ensayo confirma el elevado índice del éxito del raltegravit como tratamiento de rescate en aquellos pacientes en los que fracasa alguno o todos los medicamentos antirretrovirales actuales.

Un nuevo medicamento contra el sida, el primer inhibidor de la integrasa, podría revolucionar el tratamiento en pacientes que ya no responden a la terapia convencional. Según un estudio en fase IIB, publicado en el último número de la revista The Lancet , este medicamento de la farmacéutica Merck, denominado raltegravir (MK-0518), en combinación con la terapia estándar, reduce la presencia del VIH en sangre y aumenta el número de linfocitos CD4, uno de los indicadores que revelan que ha mejorado la respuesta inmune. En el ensayo, que se está llevando a cabo en diferentes hospitales de Estados Unidos, Europa, Latinoamérica y Asia, ha participado muy activamente el Hospital Clínic de Barcelona, bajo la coordinación del Dr. Josep M. Gatell -el único científico español coautor de este trabajo- jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Clínic, y del equipo IDIBAPS Enfermedades Infecciosas y Sida, en colaboración con el Dr. José Luis Blanco, investigador miembro de ambos equipos. Los otros dos hospitales españoles que han intervenido en el ensayo son: el Hospital Germans Trias i Pujol, de Badalona (Barcelona) y el Hospital Carlos III de Madrid.

En la investigación participaron 178 pacientes con infección por VIH en estadio avanzado, que habían estado sometidos a otros tratamientos antivirales durante una media de 10 años. Los científicos los dividieron en cuatro grupos: uno, recibía su terapia estándar más un placebo y los otros, la terapia estándar más dosis de 200, 400 y 600 mg de raltegravir. Al cabo de 24 semanas, la reducción de la carga viral (cantidad de virus en la sangre) por debajo del umbral detectable (menos de 50 copias por mililitro) en los pacientes que recibieron el raltegravir fue, como media, del 65%, frente al 13% del grupo que recibió placebo junto con otros antirretrovirales. Este descenso de la carga viral fue acompañado de un incremento de linfocitos CD4, lo que evidencia un restablecimiento de las defensas inmunitarias.

Los resultados preliminares de este ensayo, obtenidos con cualquiera de las distintas dosis de raltegravir, fueron notablemente mejores que las logradas con el placebo y otros antirretrovirales. En concreto, los pacientes que lograron reducir la cantidad de VIH en sangre a menos de 50 copias por ml fueron: un 63% en el grupo que recibió 200 mg de raltegravir; un 48,4%, en el de 400 mg, y un 56,3%, en el de 600 mg, frente al 12,1% que recibieron placebo y otros fármacos anti-VIH.

Además de ser muy potente, otras grandes ventajas del raltegravir son que no tiene efectos secundarios, resistencias cruzadas, ni requiere ritonavir para potenciar su efecto como sucede con otros medicamentos. Estos datos confirman que la integrasa es una diana válida para mejorar la terapia antirretroviral, así como la potencialidad de este fármaco como tratamiento de rescate en aquellos pacientes que han desarrollado resistencias, y en los que fracasa alguno, o todos, los medicamentos actuales. Este grupo de pacientes representa un 10-15% de los pacientes infectados con el virus del VIH. Además, por su elevada potencia intrínseca, la rapidez y el mecanismo con el que actúa, es muy atractivo para otras indicaciones.

Una diana terapéutica totalmente nueva

El raltegravir es el primer representante de una nueva familia de fármacos antirretrovirales: los inhibidores de la integrasa. Su gran ventaja es que se dirige contra una diana que hasta ahora no había sido atacada por los tratamientos anti-VIH existentes: la enzima integrasa. Junto con la proteasa y la transcriptasa inversa, sobre las que ya actúan los fármacos actuales, la integrasa es la tercera enzima esencial para que el VIH se replique en el organismo. Se trata de una enzima que el virus utiliza para insertar su material genético en el ADN de la célula humana. Una vez incorporado, el ADN vírico se apodera de la célula para crear más copias del virus del VIH. El raltegravir impide a la integrasa desarrollar esta función esencial, por lo que se bloquea la capacidad del virus de replicarse e infectar nuevas células.

Desde 2002 no aparece ninguna familia nueva de medicamentos orales para combatir el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). En la actualidad, existen más de 21 medicamentos aprobados para tratar el VIH pero, por sus mecanismos de acción, se reducen a tres familias: los inhibidores de la proteasa, los inhibidores de la transcriptasa inversa, y los inhibidores de la fusión y adherencia a los co-receptores. En un gran porcentaje de pacientes, el virus del sida desarrolla resistencia a uno o más fármacos, y a menudo, se vuelve resistente también a otros de la misma familia. Por ello, los científicos consideran muy importante desarrollar nuevos medicamentos con distinto mecanismo de acción.

Así, con raltegravir -que podría recibir la aprobación de La Agencia para Alimentación y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) a lo largo de este año, y que ya está disponible como uso compasivo- se abre una línea terapéutica totalmente nueva. Ésta se podrá combinar con fármacos clásicos o con los de reciente desarrollo, como es el caso del darunavir, un nuevo antirretroviral de la familia de los inhibidores de la proteasa presentado la semana pasada, en cuya validación también ha colaborado el Hospital Clínic/IDIBAPS.