Nuevas familias de fármacos antirretrovirales para el control del Sida

La aparición de nuevas familias de antirretrovirales puede facilitar el control de la infección por VIH y convertir al sida en una enfermedad crónica, según los expertos reunidos en el seminario De la supervivencia a la calidad de vida en el sida. Nuevas necesidades de los pacientes, en el que se han presentado los resultados de raltegravir, primer representante de los inhibidores de la integrasa, una nueva clase de fármacos contra el VIH/sida.

Raltegravir ha sido aprobado por la agencia del medicamento norteamericana (FDA) el pasado mes de octubre y acaba de recibir la recomendación positiva de la agencia europea (EMEA). Los inhibidores de la integrasa bloquean una de las tres enzimas que el VIH utiliza para replicarse. Los fármacos existentes hasta el momento actúan sobre otras dos enzimas, la transcriptasa inversa y la proteasa.

Para el doctor Federico Pulido, presidente de GESIDA (Grupo de Estudio del Sida de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica), «la aparición de los inhibidores de la integrasa nos permite aumentar significativamente las opciones de controlar la infección, al unirse a otras cinco familias de medicamentos existentes, y poder ofrecer así a los pacientes muchas más posibilidades de tratar con éxito, a los pacientes con virus resistentes a las terapias actuales». Una resistencia que, a su juicio, «puede vencerse al utilizar simultáneamente dos o más de los nuevos tratamientos», lo que permitiría «alargar la expectativa de vida hasta convertir el sida realmente en una enfermedad crónica. Se calcula que un 15 por ciento de los 75.000 infectados por VIH en tratamiento son resistentes a las tres familias convencionales de fármacos. Hasta ahora no existía ninguna posibilidad de tratamiento para ellos», asegura el doctor Pulido.

Con la aportación de los inhibidores de la integrasa «podemos avanzar hacia la erradicación del virus aunque aún hay que demostrarlo», según Bonaventura Clotet, jefe del Servicio de SIDA y del Laboratorio de Retrovirología de la Fundación Irsicaixa del Hospital Germans Trías i Pujol de Barcelona, quien destaca que «nunca antes se había observado una reducción tan rápida de la carga viral del VIH». En los resultados de dos estudios de fase II, se mostró que al añadir raltegravir a un régimen terapéutico estándar (TBO) más del 75 por ciento de los pacientes resistentes a otros fármacos alcanzaron cargas virales indetectables e incrementaron las células CD4 del sistema inmune en 16 semanas (frente a un 40 por ciento de la combinación con placebo).

Aunque raltegravir aún no ha sido aprobado en España, cerca de 40 centros hospitalarios lo están administrando (una cifra que aumenta), en lo que se conoce como Programa de Acceso Expandido (PAE). Se trata de un mecanismo respaldado por muchas agencias reguladoras para ofrecer tratamientos experimentales a pacientes con enfermedades potencialmente mortales y que no pueden tratarse satisfactoriamente con un tratamiento alternativo ni con los fármacos disponibles. El Hospital Clínic de Barcelona es uno de los primeros centros en administrar este nuevo fármaco a través del PAE. Su jefe de Servicio de Sida, el doctor José María Gatell, presidente de la Sociedad Clínica Europea de Sida, confiesa que «la aparición de un fármaco inhibidor de la integrasa es uno de los avances más importantes en el tratamiento del VIH de los últimos años, puesto que impide que el ADN del virus del VIH se inserte en el ADN humano, evitando su replicación. Así cerramos otro camino de entrada del VIH, lo que nos ayudará a controlar la infección».

Además, con el hecho de que raltegravir no tenga que combinarse con ritonavir, «se evitan efectos adversos en los lípidos y en el metabolismo, como las lipodistrofias», añade el doctor Clotet. De hecho, en todos los estudios, el fármaco ha sido bien tolerado y los efectos secundarios han sido similares al placebo. La calidad de vida es, precisamente, una de las reivindicaciones más frecuentes de los pacientes españoles, que ya no sólo buscan vivir más sino también mejor, sin que su medicación presente efectos secundarios ni interacciones con otros fármacos o con la alimentación, explica Ferrán Pujol, presidente de la ONG Hispanosida.

Nuevo perfil del paciente español

Desde que aparecieron los primeros casos de VIH en España, el perfil del paciente español ha cambiado. La media de edad del diagnóstico se ha elevado hasta los 37 años, la mayoría de las infecciones se deben ya no a drogas de uso parenteral sino a relaciones heterosexuales no protegidas. Esto ha provocado, a juicio del doctor Pulido, un retraso en el diagnóstico. «A diferencia de lo que ocurría con los primeros infectados, que solían ser usuarios de drogas intravenosas, ahora la mayoría son personas que se han infectado por vía sexual y que no son conscientes de su riesgo, por lo que se diagnostican tarde, cuando ya se manifiestan los primeros síntomas».

La ausencia de un registro estatal de seropositivos impide disponer de datos fiables, lo que dificulta campañas de concienciación más específicas y eficaces, advierte Ferrán Pujol. «Tendría que contabilizarse el número de infectados para poder valorar si hay un aumento o no de la enfermedad, conocer el perfil de los pacientes y así poder dirigir las campañas de sensibilización. El número de inmigrantes en España es cada vez mayor y se cree la infección en este tipo de pacientes está aumentando, aunque no hay datos. Si existieran, se podrían diseñar campañas con las que este sector de la población pudiera sentirse identificado y tomar más precauciones para evitar la transmisión», asegura.

En el último informe de infectados realizado por el Instituto Carlos III5 en ocho comunidades autónomas (Baleares, Canarias, Cataluña, Extremadura, La Rioja, Navarra, el País Vasco y la ciudad autónoma de Ceuta) se vio que más de un tercio de los nuevos diagnósticos de infección por el VIH corresponde a inmigrantes. Tras los españoles, los casos más frecuentes se dan en personas procedentes de Latinoamérica (12,6 por ciento), Sur del Sahara (12 por ciento) y Europa occidental (4,2 por ciento). Asimismo, se constata que el porcentaje de personas diagnosticadas de origen foráneo es cada vez mayor, habiendo pasado del 28,4 por ciento en 2003 al 36,7 por ciento en 2005.

A pesar de las campañas de divulgación social sobre el VIH y el sida, los pacientes se siguen viendo rechazados por gran parte de la sociedad, advierte Ferrán Pujol. Por eso, asegura, «a la mayoría aún le preocupa sólo la repercusión social y familiar de su enfermedad y no perciben o no son conscientes, en un primer momento, de la gravedad de la enfermedad desde el punto de vista clínico».

En este sentido, el presidente de Hispanosida reclama una mejor comunicación por parte de los médicos: «Es fundamental que los médicos, en general, aprendan a comunicar y a informar al paciente ya que aún faltan habilidades para dar a conocer la enfermedad al paciente. Es fundamental que la información que se le de al paciente sea fácil de entender y por supuesto, legible». A su juicio, tras la consulta del médico, el paciente medio recurre, como segunda vía de información, a internet y a las asociaciones. Un acceso que está cambiando el papel tradicionalmente pasivo de los pacientes, que reclaman como ciudadanos más informados, un rápido acceso a las nuevas terapias, incluso desde las fases de investigación clínica. «Desde las asociaciones vemos que aunque el acceso a los tratamientos es muy bueno en España, no es el mismo en una ciudad grande que en una zona rural, por lo que a más información, más exigencia de terapias más actuales», concluye.

Los tratamientos

Desde el descubrimiento del virus del sida ha habido tres fases en los tratamientos, subraya el doctor Federico Pulido:

– Hasta 1996 en que el tratamiento era insuficiente, con monoterapia o biterapia.

– En 1996 cuando aparece la triple terapia y «el tratamiento es capaz de frenar la infección y evitar que se murieran los pacientes». Es entonces cuando se habla por primera vez de la «cronificación» de la enfermedad, aunque sigue habiendo un 10-15 % de pacientes que desarrollan mutaciones de resistencia a los tratamientos y cuya infección «no se puede controlar».

– 2007. Aparecen nuevas familias de antirretrovirales y nuevos fármacos, más potentes, de las familias existentes.

Impedir la acción de la integrasa

Raltegravir actúa inhibiendo la inserción del ADN del VIH en el ADN humano mediante la enzima integrasa viral. Al impedir que la integrasa realice su función primordial, bloquea la capacidad del virus de replicarse e infectar a otras células. En la actualidad se utilizan fármacos que inhiben otras dos enzimas fundamentales para el proceso de replicación del VIH – la proteasa y la transcriptasa inversa – pero por el momento no se han aprobado en Europa medicamentos que inhiban la integrasa. Raltegravir se toma dos veces al día en un solo comprimido que se administra por vía oral sin relación con las comidas y no requiere refuerzo con ritonavir.

Programa de Acceso Expandido

En la actualidad, más de 6000 pacientes de todo el mundo están participando en el programa de acceso expandido con raltegravir.

Las agencias reguladoras no exigen la creación de programas de acceso expandido. Se trata de programas facilitados y financiados por las empresas farmacéuticas para hacer realidad la esperanza que puede brindar un medicamento no aprobado a los pacientes acuciados por una enfermedad potencialmente mortal.

La pandemia del VIH

Según los cálculos, 40 millones de personas están infectadas por el VIH o padecen sida en el mundo, y se produjeron más de cuatro millones de nuevas infecciones en todo el mundo en 2006. El sida es una de las causas principales de la mortalidad relacionada con las enfermedades infecciosas en el mundo y responsable en solitario de casi tres millones de muertes el año pasado.