Canal: Dermatología , Salud Mujer
02Ene. 13
Si uno de tus propósitos para el nuevo año es dejar de fumar, ¡enhorabuena! Notarás enseguida como mejora tu piel, ya que los efectos se aprecian al mes de abandonar el hábito tabáquico.
Los efectos de dejar de fumar se notan en la piel al mes de abandonar el hábito tabáquico, según ha asegurado a Europa Press la experta de los Centros de Tratamientos Estético-Médicos Felicidad Carrera, Leticia Carrera.
A su juicio, parar el consumo de cigarrillos hace que la piel rejuvenezca y que aparezca «más luminosa e hidratada». Para la también responsable del módulo de Dermocosmética del Máster de Medicina Estética de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, la mejora de su calidad «se nota muchísimo».
Por el contrario, los fumadores que persisten con este hábito encuentran en él «un potente oxidante que produce radicales libres y el envejecimiento prematuro de la piel», indica. Sus efectos en la dermis son diferentes en función de la persona, ya que las que presentan una piel seca «tienen menos luminosidad y una piel grisácea, fina, mate y con falta de densidad, además de padecer de arrugas prematuras», señala.
Por su parte, los consumidores de tabaco que tienen la piel gruesa o mixta «presentan una dermis más sucia debido al hecho de tener los poros dilatados y obstruidos por las partículas de alquitrán del humo», sostiene Carrera. Además de los denominados puntos negros, estas personas «se impregnan mucho del olor del tabaco porque tiene más lípidos, y tienen la piel más oxidada y con falta de elasticidad», asegura.
Todos estos efectos se producen porque la nicotina provoca la constricción de los vasos sanguíneos, «lo que hace que llegue poco oxígeno a las células y que envejezcan más rápidamente», mantiene. De hecho, explica que un solo cigarrillo «produce una vasoconstricción durante 90 minutos, además de disminuir los niveles de vitamina A, la producción de colágeno y de elastina, y aumentar la viscosidad de la sangre».
Los fumadores ocasionales también perjudican su piel
Carrera advierte que los efectos del tabaco se notan también en los fumadores ocasionales. «Aunque fumemos muy poco, la piel está poco nutrida y regada por la sangre», admite la experta al tiempo que señala que el deterioro que se produce en la dermis «es importante».
De cualquier forma, reconoce que para que un ojo no experto note que una persona es fumadora debe pasar «un año desde que se comenzó a fumar». Transcurrido este tiempo, se ven afectados también otros aspectos como el pelo y las uñas, aunque «en menor medida», aclara.
Por otra parte, Carrera indica que el consumo de alcohol también es nocivo para la salud de la piel, ya que éste «debilita las paredes de los capilares», lo que hace «que se hagan más finitas». Por ello, las personas que beben habitualmente «presentan los pómulos enrojecidos, arrugas y falta de densidad».
No obstante, la especialista de los Centros de Tratamientos Estético-Médicos Felicidad Carrera considera que, para la piel y su envejecimiento, «es peor ser fumador» que habitual consumidor de alcohol, «mucho peor». De cualquier forma, lamenta que ambos consumos «suelen estar asociados».
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