Pensar mientras se conduce en temas no relacionados con la conducción en sí limita la atención y la capacidad perceptiva del conductor. Esta es la conclusión a la que ha llegado un grupo de psicólogos de la Universidad Complutense de Madrid, según publica la revista científica Journal of Experimental Psychology: Applied, perteneciente a la Asociación Americana de Psicología.
El estudio demuestra que los pensamientos que no tengan que ver con la conducción limitan la capacidad del conductor. «Tratamos de investigar los efectos de la distracción en la conducción; más concretamente, en el modo de buscar información mientras se conduce, o si se quiere, en cómo se ven afectados los patrones de movimientos oculares», señala uno de los autores del estudio, Miguel Ángel Recarte Goldaracena, profesor de Psicología de la Atención en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense.
Recarte Goldaracena examinó, junto a otros psicólogos, si los movimientos oculares de los conductores resultaban afectados por tareas verbales y visuales adicionales hasta el punto de reducir la capacidad del conductor para prestar atención a su entorno. Los 12 participantes en las pruebas condujeron 84 kilómetros por dos carreteras y dos autopistas. En cada ruta se les pidió que realizaran dos tareas verbales y dos espaciales, que requerían imaginar mentalmente situaciones. Al mismo tiempo se registraron los movimientos oculares de cada tarea, así como algunas variables de la conducción. «Se supone que las tareas mentales son el equivalente a ir pensando en sus cosas en la vida diaria, sobre todo si esas cosas requieren bastante esfuerzo mental».
Los resultados son muy sólidos, pues se producen de igual forma en las cuatro carreteras, «a pesar de que son muy distintas en trazado y circulación», explica Recarte Goldaracena. Los autores del estudio concluyen que «mientras se realizan tareas mentales, se dilata la pupila, lo que indica un mayor esfuerzo y carga mental. Si la tarea de pensamiento implica imágenes espaciales,- pero no cuando es verbal-, se producen fijaciones del ojo de muy larga duración «.
Tanto con tareas verbales como de imágenes espaciales se produce un fuerte estrechamiento, de hasta un 70%, horizontal y vertical del campo visual en el que se mueve el ojo. «Como consecuencia de ese estrechamiento de la zona de búsqueda del ojo, -que los investigadores entienden como un estrechamiento de la atención-, disminuye fuertemente la frecuencia de miradas a los espejos y al velocímetro».
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