Cada día nos vemos obligados a tomar 220 decisiones alimentarias, de las que solamente 19 se toman de manera consciente.
Turrones, cava, copiosas comidas familiares… Los españoles engordan con todo ello una media de 2 a 4 kilos durante las Navidades. Este aumento de peso es comprensible si tenemos en cuenta que investigaciones recientes apuntan que cada día nos vemos obligados a tomar 220 decisiones alimentarias, de las que solamente 19 se toman de manera consciente.
Es difícil que todas estas decisiones sean las más apropiadas para conservar nuestro peso, ya que no sólo responden a necesidades fisiológicas, sino que gran parte de estas decisiones son respuestas a impulsos cerebrales que activan mecanismos de placer. Por ello, los expertos diferencian entre hambre fisiológica y el hambre hedonista o por placer.
Víctimas del hambre hedonista
¿Por qué tras una comida, cuando ya estamos saciados, no podemos decir que no a un postre de chocolate? Lo que nos provoca el deseo de comer este postre no es una necesidad fisiológica, sino el impulso del hambre por placer, conocida como hambre hedonista. El hambre hedonista se produce por la tentación que provocan en nosotros ciertos alimentos, generalmente ricos en calorías, grasas y azúcares. La cadena de acontecimientos neuronales que produce el hambre hedonista provocan un efecto idéntico al del hambre fisiológica o por supervivencia, es decir, la persona experimenta una sensación real de hambre y, por esta razón, es tan difícil de controlar.
Si hasta ahora se atribuía a una falta de voluntad el hecho de no poder resistir a las tentaciones de comida, la evidencia científica nos revela que nadie escapa del hambre hedonista. El deseo hacia los alimentos viene generado por mecanismos de recompensa del cerebro que se activan a través de hormonas y neurotransmisores como la dopamina.
El Dr. Carlos Diéguez, Catedrático de la Universidad Santiago de Compostela y director del grupo de investigación Obesómica Funcional del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), explica cómo actúa el hambre hedonista: “En el hambre hedonista se genera la activación de determinados grupos neuronales, como son los del área ventrotegmental o del núcleo accumbens –concentra los mecanismos cerebrales del placer- que liberan neurotransmisores como la dopamina. Esto no sólo desencadena nuestro apetito, sino que además la ingesta de esos alimentos nos genera placer”.
Arruinando los propósitos de las dietas que empiezan en enero
Con el inicio de enero y los buenos propósitos para el nuevo año, muchos se deciden a empezar un plan de adelgazamiento que no siempre resulta exitoso por la intromisión del hambre hedonista o hambre por placer.
Este deseo por comer, de difícil control, interfiere en nuestras decisiones alimentarias y está condicionado por un entorno que nos pone a prueba continuamente con impactos de comida, ya sea por imágenes, olores o conversaciones: “La mayoría de las dietas que se inician en enero no se siguen con éxito y están influenciadas por un entorno hostil a la adopción de un estilo de vida saludable, el mismo que desencadena que en el periodo navideño se sumen kilos”, apunta Jordi Pous, Director General de entulínea de Weight Watchers en España.
En este sentido, el Dr. Diéguez señala: “La única manera de controlar el hambre hedonista es a través de metodologías conductuales que nos lleven a actuar de manera saludable y a controlar el entorno”.
Controlar el deseo que provoca el hambre hedonista no es posible, pero sí podemos gestionar estos impulsos. Lo fundamental es saber elegir lo que comemos, gestionar el entorno y adoptar buenos hábitos.
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