Recomiendan la cirugía fetal de la espina bífida

Los bebés que pasan por una operación de espina bífida cuando aún se encuentran en el útero se desarrollan mejor y padecen menores complicaciones neurológicas que los bebés que se someten a esta cirugía correctora tras el nacimiento, según un estudio de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos) que se publica en la edición digital de la revista New England Journal of Medicine.

El estudio es el primero que evalúa de forma sistemática el mejor tratamiento para el mielomeningocele, la forma más grave de espina bífida, en la que los huesos de la columna no se forman por completo.

En el trabajo, en el que participaban 200 mujeres embarazadas cuyo hijo tenía mielomeningocele, tenía una duración de ocho años pero se detuvo en 2010 antes de tiempo dados los buenos resultados obtenidos.

El trabajo muestra que la cirugía prenatal reduce en gran medida la necesidad de desviar fluidos desde el cerebro, mejora el desarrollo mental y el funcionamiento motor y aumenta la probabilidad de que un niño pueda algún día caminar sin ayuda. Es la primera vez que un ensayo clínico demuestra que la cirugía antes del nacimiento mejora la evolución de los pacientes.

La espina bífida aparece durante las primeras semanas de desarrollo, cuando el tubo neural, la estructura embrionaria que dará lugar al sistema nervioso central, no puede cerrarse y da lugar a una médula espinal que no se ha desarrollado por completo. En los casos de mielomeningocele, una porción de médula espinal se expone y sobresale a través de una apertura en la espalda del bebé que se asemeja a un quiste.

Los niños con mielomeningocele afrontan discapacidades durante toda la vida que incluyen debilidad en las piernas o parálisis y una pérdida del control de la vejiga y el intestino. A menudo necesitan muletas para caminar o se encuentran en silla de ruedas.

Además, la mayoría de bebés que nacen con el trastorno tienen también una anomalía cerebral, conocida como malformación de Chiari tipo II, en la que el cerebelo se encuentra en el canal superior de la médula. El flujo natural del fluido espinal se ve alterado y se produce la acumulación de este fluido en el cerebro, lo que se denomina hidrocefalia. Esta condición se trata insertando con cirugía un tubo hueco, denominado derivación, en el cerebro para drenar el exceso de líquido.

Durante décadas, el método empleado para tratar el mielomeningocele ha sido esperar al nacimiento del bebé y después cubrir el defecto con piel. Esta cirugía reincorpora los tejidos a su posición normal y evita la infección pero no restablece el funcionamiento de los nervios ya dañados. La cirugía prenatal es similar pero al reparar el defecto antes, el desarrollo podría progresar de forma más normal y permitir el restablecimiento de parte del funcionamiento nervioso.

Según señalan los investigadores, el ensayo ha probado que algunos de los factores que causan problemas como la hidrocefalia son en realidad aquellos que se desarrollan durante la segunda mitad del embarazo, al cerrar la espalda del feto antes durante el embarazo, en realidad se evita el desarrollo de esta grave condición en muchos pacientes.

Las mujeres que participaban en el estudio fueron asignadas de forma aleatoria a uno de dos grupos. El grupo prenatal pasó por la cirugía para cerrar el defecto espinal en el feto antes de la semana 26 de embarazo, en el grupo postnatal el bebé pasó por la cirugía tras nacer, cuando suele programarse la cirugía.

Examinadores independientes evaluaron a los niños de ambos grupos cuando tenían un año de edad y de nuevo a los 30 meses. Al año, evaluaron si el niño necesitaba una derivación y descubrieron que un 39,7 por ciento de los niños del grupo de cirugía prenatal necesitó la derivación frente al 82,5 por ciento del grupo de cirugía postnatal.

A los 30 meses, los niños pasaron por pruebas que evaluaban su desarrollo mental y funcionamiento motor. Los niños del grupo de cirugía prenatal tenían mayores puntuaciones en ambos aspectos que los operados tras el nacimiento. Los examinadores también evaluaron la capacidad de los niños de caminar y descubrieron que el 41,9 por ciento de los del grupo prenatal podían caminar sin ortopedia o muleta en comparación con el 20,9 por ciento de aquellos del grupo postnatal.

Los autores señalan que ésta es una opción más de tratamiento pero no la única y que supone unos riesgos. Los bebés que pasaron por la cirugía fetal eran más propensos al parto prematuro, con una media de edad gestacional de 34,1 semanas, en comparación con las 37,3 semanas de media del grupo de cirugía postnatal. Las madres que pasaban por esta cirugía durante el embarazo también afrontaban mayores riesgos y todas deben pasar en posteriores embarazos por una cesárea para evitar la ruptura uterina.