10May. 01
La rinitis alérgica altera negativamente las funciones cognitivas
La rinitis alérgica estacional afecta entre cuatro y cinco de cada cien españoles, siendo una de las patologías crónicas más prevalentes en Europa, con 47 millones de afectados, y la más frecuente en Estados Unidos. Sus múltiples manifestaciones (prurito, irritación nasal, estornudos y rinorrea acuosa) son más molestos que graves, por lo que durante mucho tiempo ha sido trivializada por los propios pacientes. Pero ahora los especialistas han advertido de los riesgos que puede conllevar en la vida diaria y sobre todo, en la vida laboral.
Un estudio publicado en la revista especializada Annals of Allergy, Asthma & Inmunology ha demostrado como la rinitis alérgica disminuye las facultades cognitivas de sus afectados y afectadas, haciéndoles perder efectividad en sus tareas y llevándoles a gastar más tiempo en llevarlas a cabo. Falta de atención, falta de concentración, menos coordinación visual y menos capacidad de retención son sólo algunas de las consecuencias de la rinitis que pueden afectar a sus enfermos. Pudiendo llevar en casos extremos a trágicas consecuencias en los colectivos profesionales que realizan tareas peligrosas, manejan transportes o maquinaria pesada.
Según destaca el autor del trabajo, el doctor J. A Wilken del Veteran Affairs Medical Center , «el paciente con rinitis comete numerosos errores y sufre lapsus en su estado de vigilancia que motivan la pérdida de productividad laboral y escolar».
El mismo estudio indica, por ejemplo, como la distancia de frenado en los conductores con rinitis alérgica se incrementa en veinte pasos, lo que puede desencadenar un accidente que no se produciría en un estado normal. Otras anormalidades se han detectado, en diferente grado, sobre doce variables: memoria mental, resistencia a interferencias, velocidad de proceso, percepción visual, atención, vigilancia, reconocimiento de información, procesos matemáticos, velocidad psicomotora, memoria, tiempo de reacción y resolución de problemas. Además, los resultados en los test empeoraron a medida que la estación de la alergia avanzaba.
El aumento de los cipreses aumenta el asma
Otro fenómeno sobre el que los expertos llaman la atención es el creciente número de cipreses que llenan los jardines urbanos en España, y que han elevado al 20 por ciento el número de alérgicos en nuestro país al multiplicarse por cinco la presencia de polen de ciprés en el aire en los últimos diez años.
Según Javier Subiza, presidente del comité de Aerología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), mientras en los años ochenta el nivel de concentración anual de polen de ciprés y especies amazónicas era de dos kilos por metro cúbico de aire, hoy la concentración supera los diez kilos. Y a causa de ello, entre un 15 y un 20 por ciento de los españoles sufren asma en invierno como consecuencia de este polen.
Otras hipótesis que los alergólogos barajan para explicar el aumento de las alergias son la bonanza del tiempo, la contaminación atmosférica y los factores higiénicos. Este último punto se refiere a la disminución de virus y bacterias en las zonas urbanas desarrolladas, lo que según los especialistas de la SEAIC ha supuesto que el organismo se haya vuelto más vago a la hora de defenderse de determinados agentes.
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