30May. 07
Ivabradina permite reducir la frecuencia cardiaca con un excelente perfil de seguridad clínica, frente a los betabloqueantes y calcioantagonistas. Se trata del primer inhibidor selectivo y específico de la corriente If que, frente a las terapias utilizadas hasta el momento, presenta un novedoso mecanismo de acción, ya que actúa exclusivamente sobre el nodo sinusal, reduciendo únicamente la frecuencia cardiaca, lo que se traduce en elevada eficacia y una disminución de los efectos secundarios y contraindicaciones.
La frecuencia cardiaca es un importante factor de riesgo cardiovascular independiente y su reducción es fundamental para prolongar la esperanza de vida del paciente con angina de pecho estable. Así lo pusieron de manifiesto los doctores José María Cruz Fernández, Jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Virgen Macarena (Sevilla) y ex-Presidente de la Sociedad Española de Cardiología; y Lorenzo López Bescós, Jefe de Servicio de Cardiología Fundación Hospital de Alcorcón (Madrid), en el curso La frecuencia cardiaca: un importante factor de riesgo cardiovascular , celebrado recientemente en Pontevedra.
El Doctor José María Cruz hizo referencia durante su intervención al estudio Jouven, publicado en el New Journal of Medicine. En él se analiza la relación entre la frecuencia cardiaca y el riesgo cardiovascular. «Las personas que presentan en reposo un índice de pulsaciones por minuto (lpm) por encima de 75 tienen un riesgo relativo de enfermedad coronaria o muerte súbita por infarto de miocardio, a diferencia de las que tienen su frecuencia habitual por debajo de 60 lpm», subrayó el doctor Cruz.
Del mismo modo, indicó que los pacientes que sufren enfermedad cardiaca y una frecuencia elevada también tienen peor pronóstico que los que presentan el mismo grado de enfermedad pero un índice menor de pulsaciones por minuto.
Por su parte, el doctor Lorenzo López Bescós también resaltó durante su ponencia la importancia de la frecuencia cardiaca en relación con la expectativa de vida.
«Desde un punto de vista teleológico y remontándonos a la escala animal, encontramos que los mamíferos que presentan mayor numero de pulsaciones por minuto -frecuencia cardiaca alta- tienen una expectativa de vida corta. Por ejemplo, el ratón o el hámster, que tiene frecuencias de 500 a 600 latidos minuto, no viven mas de uno o dos años. En cambio, los animales longevos tienen una frecuencia cardiaca baja, como ocurre en el caso de la ballena o elefante, que tienen entre 20 y 30 Ipm», explicó el Doctor López Bescós.
«En el caso del hombre -añadió- se ha estudiado la relación entre la frecuencia cardiaca y la expectativa de vida en grupos de población general en Francia, Italia y Canadá». En todos los casos, la expectativa de vida está inversamente relacionada con la frecuencia cardiaca. Dicha relación se mantiene en grupos de enfermos que padecen diversas patologías: hipertensión arterial, Insuficiencia cardiaca, o cardiopatía isquémica. En este sentido, Lorenzo López Bescós añadió que «en el sector poblacional de la tercera edad, las personas que presentan frecuencias cardiacas más lentas sobreviven mas tiempo».
La cardiopatía isquémica y la frecuencia cardiaca
La cardiopatía isquémica es una enfermedad producida por la incapacidad de las arterias coronarias de transportar la cantidad necesaria de oxígeno al músculo cardiaco, lo que dificulta su funcionamiento.
Dentro de las enfermedades cardiovasculares, la patología coronaria es la que ocasiona el mayor número de fallecimientos. Según se recoge en el Plan Nacional de Cardiopatía Isquémica 2004-2007 del Ministerio de Sanidad y Consumo, el 31 por ciento de los fallecimientos por enfermedad cardiovascular son por cardiopatía isquémica.
Según resaltó el Doctor López Bescós, «en España se contabilizan anualmente, aproximadamente, 72.000 casos de infarto de miocardio, que es la consecuencia mas grave de la enfermedad de las arterias coronarias». Estos enfermos presentan una mortalidad extrahospitalaria superior al 20 por ciento y una mortalidad hospitalaria menor del 10 por ciento. Sin embargo, la manifestación más prevalente de la cardiopatía isquémica es la angina de pecho estable que, en España, afecta a alrededor de 1.600.000 personas.
La angina de pecho estable aparece cuando aumenta el trabajo del corazón y siempre que se incrementa la frecuencia del pulso por encima de un determinado nivel. Actualmente, «el tratamiento estándar de la angina de pecho, además del control de los factores de riesgo, incluye el empleo de betabloqueantes, para reducir la frecuencia cardiaca, tanto en reposo como en situaciones de esfuerzo», destacó.
En el 16 por ciento de estos pacientes no es posible controlar de manera totalmente eficaz la frecuencia cardiaca con los tratamientos habituales. Esto se debe a que estas personas presentan además de la cardiopatía isquemica, otro tipo de patologías como arteriopatía periférica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o intolerancia a los betabloqueantes.
Hasta el momento, estos pacientes habían sido tratados con calcioantagonistas no dihidropiridínicos, que son menos eficaces en la reducción de la frecuencia cardiaca y que, además, presentan también contraindicaciones debido a que no actúan específicamente a nivel cardiaco.
Ivabradina
La nueva alternativa terapéutica para este tipo de pacientes con angina de pecho estable que presentan ritmo sinusal normal y contraindicación o intolerancia a los betabloqueantes es Ivabradina. Se trata del primer inhibidor selectivo y específico de la corriente If que, frente a las terapias utilizadas hasta el momento, presenta un novedoso mecanismo de acción, ya que actúa exclusivamente sobre el nodo sinusal, reduciendo únicamente la frecuencia cardiaca, lo que se traduce en elevada eficacia y una disminución de los efectos secundarios y contraindicaciones.
«Es de suma importancia que se haya desarrollado este medicamento porque pertenece a un nuevo grupo farmacológico que, por primera vez, reduce el ritmo del corazón, sin necesidad de que se disminuya la fuerza contráctil, ni se produzcan alteraciones en el tono vasomotor o en la conducción aurículo- ventricular, como ocurre con los betabloqueantes y calcioantagonistas», subrayó el Dr. Cruz.
Antes del desarrollo de Ivabradina, los tratamientos farmacológicos más eficaces con los que se contaba eran los betabloqueantes, que actúan bloqueando los receptores B-andrenérgicos, implicados en la regulación de la frecuencia cardiaca. Sin embargo, como estos receptores también están presentes en otros órganos (pulmones, arterias, etc.) los betabloqueantes pueden producir efectos adversos y, por tanto, están contraindicados en aquellos pacientes que sufren asma, EPOC y arteriopatía periférica.
Los resultados clínicos obtenidos hasta el momento sobre Ivabradina avalan su excelente perfil de eficacia y seguridad en más de 5.000 pacientes con angina estable.
Estos resultados han llevado a que Ivabradina haya sido aprobada por la EMEA para el tratamiento de pacientes con angina estable crónica e incluida en las guías terapéuticas de la Sociedad Europea de Cardiología.
En este momento, la indicación de la Ivabradina para uso clínico esta limitada a la angina de pecho estable. No obstante, debido a su controlado efecto bradicardizante y a la buena tolerancia clínica comprobada en protocolos de más de un año de duración ( L Bescós, European Heart Journal ), están en marcha otros estudios para validar su utilización en otras patologías cardiovasculares, como la insuficiencia cardiaca, algunas arritmias o en la cardiopatía isquémica en otras circunstancias además de la angina estable.
Ivabradina está admitida para su uso directo en clínica en varios países de Europa, como Inglaterra, Irlanda, Alemania, Austria, Dinamarca y España.
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