Sin empleo… y sin sexo

La depresión, la ansiedad y la preocupación que embargan al desemplead@ se deja notar significativa y negativamente en sus relaciones sexuales. La depresión aumenta según se incrementa el tiempo de desempleo, mientras que la ansiedad se mantiene estable a un nivel alto a lo largo del tiempo sin trabajo.

Así lo pone de manifiesto un estudio presentado en el XI Congreso Español de Sexología y V Encuentro Iberoamericano de Profesionales de la Sexología, que reunió a más de 400 expertos de distintas disciplinas en Santiago de Compostela.

El trabajo respalda las evidencias aportadas recientemente por otros estudios, subrayando la estrecha vinculación entre la actual crisis económica y el deterioro progresivo de las relaciones sexuales.

El estudio, de Andrea López y coordinado por el Dr. Francisco Cabello, del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, surge ante la necesidad de contar con análisis científicos que indaguen en las repercusiones que la crisis económica está teniendo sobre la sexualidad humana. El trabajo incluye a una muestra de 100 ciudadanos del municipio de Benidorm (Alicante), aportando datos sugerentes sobre el estado anímico (depresión y ansiedad), el funcionamiento sexual y la frecuencia sexual de los participantes en función de si se encontraban desempleados o no.

Tras cumplimentar un dossier compuesto por una ficha con datos sociodemográficos personales, Inventario de Depresión de Beck (BDI), Cuestionario de Ansiedad – Estado de Spielberger (STAI-E) y Cuestionario de Funcionamiento Sexual del Hospital General de Massachusetts (MGH), se concluye que los participantes desempleados muestran mayores niveles de ansiedad y depresión que los empleados. En concreto, resalta el Dr. Francisco Cabello: «la depresión aumenta según se incrementa el tiempo de desempleo, mientras que la ansiedad se mantiene estable a un nivel alto a lo largo del tiempo de desempleo».

Como otro hallazgo de interés, según el Dr. Cabello, se observa que «el funcionamiento sexual se mantiene estable o incluso mejora durante los tres primeros meses de paro laboral, pero a partir de entonces comienza a verse empeorado progresivamente, alcanzando los mayores niveles de disfunción cuando se alcanza un desempleo superior a los 12 meses»; sucede lo mismo con la frecuencia sexual.

Por eso, se aconseja hacer un esfuerzo por revertir esta situación, tratando de adoptar métodos y estrategias para optimizar la calidad de vida y las relaciones sexuales. Y es que la solución parece sencilla, «ya que el sexo en pareja es barato y es una buena fórmula para mejorar la salud mental de la población deprimida por este contexto económico tan adverso», comenta Francisco Cabello.

Impacto en el deseo sexual

También el presente panorama económico se sitúa como uno de los factores determinantes del aumento de casos de deseo sexual hipoactivo registrado en nuestro país.

El déficit de deseo es la disfunción sexual más prevalente en la mujer (entre un 30-42 por ciento, dependiendo de los estudios, siendo la preocupación sexual más habitual en las féminas según la última Encuesta Nacional de Salud), documentándose también un repunte significativo de la prevalencia de este trastorno en la población masculina (14 por ciento).

Actualmente se dispone de un amplio arsenal de recursos psicológicos y farmacológicos para hacer frente a este problema.

Los sexólogos coinciden en que no se debe medicalizar el deseo sexual cuando se trata de un evento puntual; sin embargo, en palabras del Dr. Francisco Cabello, «hay personas que tienen un deseo sexual hipoactivo crónico y que sufren mucho debido a esto».

Actualmente, se considera que existe un déficit de deseo sexual patológico cuando una persona no tiene la motivación suficiente como para iniciar las relaciones sexuales, presenta una ausencia permanente de fantasías eróticas o reacciona de una manera pobre a los estímulos teóricamente eróticos, provocándole esta situación un malestar continuo. «La persona que tiene pareja y muestra una falta de deseo sexual suele vivir esta situación como una verdadera mutilación», sentencia el Dr. Cabello.

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