Alrededor de 450 millones de personas sufren actualmente estas condiciones, lo que coloca a las enfermedades mentales entre las principales causas de discapacidad y enfermedad entre la población mundial.
En su informe anual dedicado en esta ocasión a las enfermedades mentales, la OMS afirma que quiere romper el círculo vicioso e insta a los gobiernos a buscar soluciones para la salud mental que ya están disponibles y son asequibles. A pesar de que estos tratamientos están disponibles, alrededor de dos terceras partes de los enfermos mentales nunca buscan ayuda profesional. La estigmatización y la discriminación hacen que el tratamiento y el cuidado médico no llegue hasta estos pacientes.
«La enfermedad mental no es un fallo personal, no es algo que le pase únicamente a otras personas. Todos recordamos un tiempo, no hace mucho, en que no se podía hablar abiertamente del cáncer, hoy en día mucha gente todavía no quiere hablar del SIDA. Estas barreras van cayendo gradualmente», puntualiza la doctora Gro Harlem, directora general de la OMS. «Si hay algún fallo, no está en la persona, sino en la manera que hemos respondido a los trastornos mentales y neurológicos», añade la dra. Harlem.
En este mismo sentido, Margarita Serrat, presidenta de la Federación Catalana de Asociaciones de Familiares de Enfermos Mentales (FECAFAMM), sostiene que «debemos acabar con la estigmatización y el rechazo que todavía provoca la enfermedad mental en la sociedad y conseguir que las familias no se sientan avergonzadas y/o culpables».
Las familias juegan un papel muy importante en las enfermedades mentales, «ya que la mayoría de estos enfermos viven con sus familias y son ellas las que aportan los principales recursos, y las que asumen el coste humano y económico. No es de extrañar entonces, que estas familias esperen de las asociaciones unas finalidades muy concretas, la primera es sin duda buscar apoyo y ayuda, muchas veces incluso para entender la enfermedad», explica Margarita Serrat.
Entre las situaciones que se dan actualmente entorno a este tema, la presidenta de la FECAFAMM destaca, entre otras, las siguientes: que los centros de día son insuficientes para atender las necesidades actuales, que el proceso de reorganización hospitalaria va atrasado, que la atención domiciliaria no se ha desarrollado, que las residencias para enfermos mentales son escasas y que los centros ocupacionales y los centros especiales para estos enfermos son prácticamente inexistentes.
Según un estudio europeo presentado recientemente en Madrid, los familiares de los enfermos mentales consideran necesario, para darles una atención adecuada y un mayor bienestar, apoyarles en la incorporación a la vida diaria mediante un entorno tranquilo y seguro, con una asistencia ofrecida por un psiquiatra preferentemente en el hogar familiar.
Integración laboral
Asimismo, las asociaciones de familiares de enfermos mentales recuerdan que se debe potenciar la creación de puestos de trabajo, ya sea en centros ocupacionales o en centros especiales de trabajo, de manera que se llegue a la integración en empresas ordinarias en la medida de lo posible. Según la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Enfermos Mentales (FEAFES) el trabajo es un derecho reconocido para vivir con dignidad así como un herramienta rehabilitadora necesaria para las personas que han sufrido algún tipo de trastorno mental, porque favorece la autoestima y la integración social.
Sin embargo, explica que el 70 por ciento de las personas que padecen alguna de estas enfermedades están en paro.»Lo más difícil de insertar a un enfermo mental en una empresa convencional no es su reinserción personal, no es que el enfermo tenga unos buenos hábitos de trabajo, que aprenda a ser responsable, que sea puntual, lo auténticamente difícil es convencer al empresario de que aquella persona es capaz de realizar un trabajo concreto», explica Margarita Serrat.
«Todavía hay una falta de sensibilidad social para integrar a los enfermos mentales en los centros de trabajo convencionales. Los empresarios y los trabajadores siguen teniendo miedo de los enfermos, la sociedad acepta que trabajen, pero en centros especiales y que no sea una integración auténtica», añade Serrat.
«La enfermedad mental es una enfermedad más, hay que perder el miedo»
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