En España hay más de cuatro millones de personas que padecen el síndrome de las piernas inquietas, un trastorno de tipo neurológico caracterizado por una sensación "extraña y desagradable" en las extremidades inferiores cuando están sentados o tumbados, según destacó el profesor Eduard Estivill, director de la Clínica del Sueño del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona.
.»No es dolor, ni calambres, ni tampoco mala circulación», asegura este experto afirmando que «cuando estos pacientes no están en movimiento sienten la necesidad imperiosa de mover las piernas continuamente para lo que el único remedio es levantarse y andar un poco para soliviantar esa inquietud».
Aunque este trastorno tiene diferentes grados de gravedad, estos problemas se suelen dar más a menudo durante la noche, lo que afecta a las horas de sueño y a la calidad del mismo. De hecho, explicó Estivill, «cuando consiguen dormirse suele ser ya demasiado tarde entre las tres y cuatro de la madrugada por lo que el sueño es superficial y entrecortado».
Esto conlleva que los pacientes que padecen el síndrome de piernas inquietas presenten un deterioro físico y psicológico progresivo siendo más propensos a una bajada de defensas, enfermedades cardiovasculares, digestivas e inmunitarias. Del mismo modo, tienen un 40 por ciento más de riesgo de depresión, presentan irritabilidad e incluso pérdida de memoria.
A su vez, «todo ello afecta también a su rendimiento laboral y a sus relaciones sociales y sexuales ya que presentan un descenso importante de la libido», según comenta Estivill.
Las investigaciones realizadas hasta el momento reflejan una mayor incidencia en mujeres (60 por ciento del total de casos); y aunque el diagnóstico se produce en edad adulta, hay estudios que apuntan a que el síndrome puede darse también en niños, en «aquellos que se quejan de molestias en las piernas y se pensaba que eran dolores de crecimiento», advirtió.
Aunque todavía se desconoce el origen exacto de esta dolencia, las investigaciones realizadas han determinado la presencia de un componente genético que altera la transmisión del hierro que llega al cerebro. De hecho, Estivill explicó que «este síndrome era frecuente en mujeres embarazadas cuando no se controlaban las anemias que sufren muchas de ellas en los primeros meses de embarazo» y, es más, «hay casos que experimentan mejora con suplementos de hierro».
En la mayoría de casos el tratamiento recomendado son unos fármacos orales, ropinirol o pramipexol, que «consiguen eliminar esta sensación aunque no curarla» resultando efectivos en el 70 por ciento de los casos y sin efectos adversos señalados. «El problema es que requieren un cumplimiento exhaustivo porque si dejan de tomar el fármaco vuelven a recaer», concluyó el Dr. Estivill.
© 2024 Medicina Television S.A Spain