Los efectos del sol no tienen que controlarse únicamente en verano, y menos en los casos de niños y de adolescentes. Los expertos piden extremar las precauciones en estos dos colectivos igual en invierno como en el resto de estaciones, debido a que cualquier problema de quemaduras que se da en los primeros años de vida puede desencadenar un melanoma en la edad adulta.
Durante el primer periodo de la vida de una persona, las radiaciones solares pueden poner en marcha la transformación de los melanocitos (células pigmentadas de la piel) que den lugar al tumor maligno llamado melanoma. En el 95 por ciento de los casos éste se localiza en la piel, pero también puede producirse en otras partes del cuerpo como en los ojos, mucosa oral o genital.
Los científicos sostienen que la progresiva reducción de la capa de ozono, que permite que las radiaciones ultravioletas lleguen a la superficie de la tierra a niveles cada vez más elevados, es una de las causas del aumento de la incidencia del cáncer de piel. Y es que en España, como en el resto del mundo, su incidencia se ha triplicado en las últimas décadas.
En Estados Unidos la cifra de pacientes con este tumor pasó de 4,5/100.000 habitantes en el año 1970 a 11,7 y 15,2/100.000 habitantes en los años 1987 y 1995. En el marco del IV Congreso Interautonómico de Medicina General celebrado recientemente en la provincia de Huesca, el doctor Eugenio Marrón, responsable del Área de Dermatología del Hospital Ernest Lluch de Calatayud, señaló que desde 1988 hasta 1998, en el Sector Sanitario de Calatayud detectaron 7,4 personas con melanoma por 100.000 habitantes, lo que, según él, significa «una incidencia similar a la del resto de España».
Factores de riesgo y prevención
Parte de la prevención de estos casos de melanoma se encuentra en el control de la piel en su exposición al sol durante la infancia y la adolescencia, aunque nunca, a lo largo de toda la vida, hay que dejar de vigilar. A pesar de ello, existen otros factores de riesgo que no son la radiación solar ultravioleta y que pueden marcar la aparición del tumor. Pueden ser el tener fototipos de piel claros, la existencia de casos de melanoma familiar o haber padecido melanoma ya en alguna ocasión anterior.
Si se llega a padecer, la mejor opción para erradicarlo es la extirpación del tumor, siempre que éste sea localizado y no haya infiltrado a otros órganos. Muchos pacientes necesitan inmunoterapia tras la cirugía, y ésta aumenta la supervivencia de los afectados a la vez que mejora su calidad de vida. «Así», opina el doctor Morrón, «tienen menos dolores y molestias y es un tratamiento sencillo y cómodo de llevar a cabo».
Control personal
En el encuentro de Calatayud se hizo especial hincapié en la importancia de la Atención Primaria en el diagnóstico precoz del melanoma, debido a su papel fundamental en la derivación de los pacientes a la Atención Especializada.
Además, y aunque se consulte periódicamente al especialista, desde casa uno mismo puede controlar sus manchas cutáneas y lunares para vigilar si se da cualquier irregularidad. Por ello es importante saber que aunque el melanoma puede aparecer en cualquier parte de la piel, del 80 al 90 por ciento de los casos lo hace sobre manchas existentes o sobre lunares nuevos, lo que se conoce como nevus, y que pueden tener un aspecto distinto a los habituales.
«Para saber cuándo la apariencia es sospechosa, el primer paso es realizar una observación clínica, teniendo en cuenta si el nevus ha crecido rápidamente, es doloroso o ha cambiado de color», explica el doctor Marrón y a la vez recuerda una norma fácil de recordar que los especialistas suelen recordar a los pacientes para ayudarles en el control personal de los lunares. La regla se llama A, B, C y D y se aplica del siguiente modo: cuando un nevus es Asimétrico, tiene unos Bordes irregulares, toma una Coloración muy oscura o irregular y su Diámetro aumenta, hay indicios de melanoma.
Tampoco está de más saber que la incidencia de melanoma cutáneo es, por lo general, superior en las mujeres, principalmente entre los 40 y los 49 años. En los hombres, la máxima incidencia se registra entre los 50 y los 59 años, y es en el tronco y en la espalda donde más se presenta en ellos, mientras que en la mujer es más habitual que se encuentre en la cara.
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