Canal: Pediatría , Salud Mujer
26Jun. 13
Material de cura, analgésicos, antiácidos, antidiarreicos, protectores solares y repelentes son los productos y medicamentos esenciales en un botiquín de viaje veraniego.
Con los primeros rayos de sol y las vacaciones a la vuelta de la esquina, son muchas las personas que empiezan a hacer planes para disfrutar de un merecido alto en la rutina. Para que nuestra escapada se convierta en el viaje con el que hemos soñado conviene organizarlo adecuadamente. Por eso, la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp) nos ofrece unas sencillas pautas para preparar un botiquín adecuado que nos acompañe en las vacaciones y nos ayude a solucionar cualquier pequeño problema de salud.
En primer lugar, el botiquín de viaje idóneo debe incluir gasas esterilizadas, tiritas, algodón, vendas y productos antisépticos, ya que uno de los problemas más frecuentes en vacaciones son los pequeños cortes y rozaduras que podemos sufrir durante las actividades veraniegas. Por esta razón siempre conviene tener material de cura en el botiquín, “lo que nos ayudará para limpiar la herida, desinfectarla y protegerla convenientemente”, explica el director general de la Asociación para el Autocuidado de la Salud, Jaume Pey.
Otros productos que deben formar parte de nuestro botiquín de viaje son medicamentos para el alivio de dolencias leves como acidez estomacal, digestiones pesadas, estreñimiento y diarrea, que pueden manifestarse durante los viajes debido al cambio de hábitos en la alimentación. Para ello, en la oficina de farmacia encontraremos antiácidos, antidiarreicos y laxantes, medicamentos que no requieren de una receta médica y que, con el consejo del profesional farmacéutico, podemos utilizar de forma adecuada y responsable.
Asimismo, es aconsejable llevar en el botiquín analgésicos para el alivio de dolores leves ocasionales y antipiréticos para combatir la fiebre. Otros medicamentos sin receta que debemos incluir en nuestro botiquín de viaje son los antihistamínicos, para evitar reacciones alérgicas producidas por las picaduras de insectos o el contacto con plantas, así como fármacos para combatir el mareo, especialmente si vamos a hacer largos desplazamientos en coche, avión o barco.
Como precisa el director general de anefp, todos estos medicamentos “son muy útiles y nos permiten aliviar y tratar las pequeñas complicaciones y dolencias que pueden surgir durante las vacaciones, pero debemos utilizarlos de forma adecuada y vigilar su fecha de caducidad, así como su estado de conservación. En este sentido, el consejo del farmacéutico es muy importante para utilizarlos correctamente”.
Pero si hay un producto que no pude faltar en nuestro botiquín es el protector solar, el cual es recomendable sustituir en aquellos casos en que ha permanecido abierto desde el año anterior. “En muchas ocasiones es una práctica común seguir utilizando las cremas solares que se conservan del verano anterior, pero hay que tener en cuenta que el producto puede haber perdido propiedades y que ya no sea útil para proteger nuestra piel”, señala el director general de la Asociación para el Autocuidado de la Salud. Hay que tener en cuenta que la piel es el órgano más grande del cuerpo humano y el que se encuentra más expuesto a los agentes externos. Por eso es tan importante protegerla y cuidarla de los efectos nocivos del sol.
Sol y protección de la piel
El sol aporta muchos beneficios físicos y anímicos al ser humano. Favorece el fortalecimiento de huesos y dientes, mejora el aspecto de la piel, estimula la inmunidad a molestias como los catarros y aumenta la sensación de bienestar. Pero también son de sobra conocidos los males que puede acarrear una desmesurada exposición a los rayos ultravioletas: quemaduras, envejecimiento de la piel e incluso tumores cutáneos. Y es que a pesar de que cada año las autoridades nos alertan sobre los posibles efectos nocivos del sol, la incidencia del cáncer de piel aumenta y los casos de melanoma siguen siendo demasiado frecuentes todavía.
De ahí que toda medida para proteger la piel sea poca, por eso lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de adquirir cualquier crema solar es conocer el factor de protección que necesita cada tipo de piel. A través de la escala de fototipos que cataloga la piel en función de sus características y de la propensión a sufrir quemaduras, se puede conocer cada tipo de piel para adecuarla a una correcta protección frente al sol.
Una vez identificado el perfil de nuestra piel tenemos que saber cómo aplicar el fotoprotector de manera correcta. Hay que extenderlo abundantemente por las zonas que quedan expuestas al sol y no dejar de lado las zonas más olvidadas como orejas, párpados o cuello. Además, el director de anefp advierte de que las lociones solares se tienen que aplicar de forma constante, teniendo especial cuidado con los niños pequeños.
En cualquier caso, no debemos temer a las radiaciones del sol, sino disfrutar de toda la vitalidad que nos generan de manera responsable. “Sólo tenemos que ser sensatos y priorizar el cuidado de nuestra piel frente al bronceado”, concluye Jaume Pey.
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