Los expertos reunidos en el International Symposium on Paediatric Movement Disorders celebrado en Barcelona recientemente calcularon que aproximadamente 50 de cada 100.000 niños presentan tics antes de entrar en la adolescencia. Sin embargo, estiman que la cifra pueda ser mayor ya que muchos padres no acuden a la consulta del pediatra o, aunque acuden, se les hace un diagnóstico erróneo.
Según el co-organizador de este simposio sobre trastornos de movimiento, el doctor Emilio Fernández Álvarez, para empezar «es importante tener presente que los tics no son una enfermedad mental y que tampoco pueden ser la causa de una patología de este tipo en el futuro». De hecho, los niños que presentan tics «tienen unos niveles de inteligencia perfectamente normales», añade este neuropediatra del Hospital Sant Joan de Déu.
Actualmente, los expertos están de acuerdo en señalar que el origen de los tics es genético, si bien todavía no se ha identificado que gen o genes están implicados. La edad de inicio se sitúa en torno a los siete años, aunque también se han observado casos a partir de los dos años. Es más frecuente en niños que en niñas, con una proporción que puede llegar a ser de cuatro a uno. Y en la mayoría de los casos son de carácter transitorio y benigno, desapareciendo hacia los 15-17 años.
Pero el desconocimiento entre los padres, educadores y compañeros del niño puede hacer que los tics tengan otro tipo de consecuencias. Según se destacó en el simposio, un número significativo de niños afectados por tics pueden presentar depresión, ansiedad o aislamiento asociados a este trastorno. «Si bien el origen del tic no es emocional, es importante tener en cuenta y evaluar la influencia de determinados factores ambientales, como las relaciones familiares, sociales y escolares del niño y los aspectos psicológicos», explica el doctor Fernández.
Los expertos en neuropediatría coincidieron en señalar que nunca se debe culpabilizar al niño, pues ello sólo incrementa su nivel de ansiedad y empeora la intensidad y frecuencia de los tics. «Hay que observar la evolución de los tics y en el caso de que el niño esté preocupado por ellos, deberemos tranquilizarle, explicándole que no se trata de ninguna enfermedad mala y que probablemente irán desapareciendo a medida que se vaya haciendo mayor», explica este neuropediatra, quien pide la colaboración de padres y educadores «para conseguir un tratamiento efectivo».
Tics crónicos y déficit de atención con hiperactividad
Durante el simposio también se presentaron estudios que revelan que el Síndrome de Tourette (tics crónicos) se asocian en un 30 por ciento de los casos a procesos como el déficit de atención con hiperactividad o los trastornos obsesivos-compulsivos. El Síndrome de Tourette es un trastorno de tics, múltiples, motores y fónicos que van variando en tipo e intensidad. Su mayor incidencia se sitúa entre los dos y los trece años, suele iniciarse con un tic motor simple, puede empeorar durante la adolescencia y en ocasiones persiste hasta la edad adulta. Aunque en la mayoría de los casos mejora lentamente a partir de los diez años, desapareciendo antes de acabar la pubertad en un 20-30 por ciento de los casos.
Sobre sus causas, los expertos coinciden en señalar que esta condición se debe a alteraciones de tipo genético: «hasta dos tercios de los familiares de niños con Síndrome de Tourette tienen algún tipo de tic», explica el doctor Fernández Álvarez. Sin embargo, este especialista reconoce que «queda mucho camino por recorrer y mucho por investigar» para descubrir la relación entre los tics, el déficit de atención con hiperactividad y los trastornos obsesivos compulsivos.
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