Toxina botulínica en el tratamiento de la espasticidad (II)

Segunda parte de nuestro especial sobre la espasticidad y el tratamiento con toxina botulínica, en el que hablamos de su aplicación en las distonías y los casos de parálisis cerebral infantil, además de la seguridad de su administración siempre que esté bajo el control de un profesional con formación especializada en la aplicación de toxina botulínica.

La toxina botulínica también se ha convertido en una arma terapéutica frente a muchos tipos de distonía, aliviando o eliminando la sintomatología invalidante de esta enfermedad haciendo que muchos enfermos puedan llevar una vida prácticamente normal. Esta enfermedad neurológica se manifiesta con contracciones o espasmos involuntarios de los músculos. La distonía resulta difícil de diagnosticar y aparece más en mujeres que en hombres, entre los 35 y 50 años.

En la mayoría de los casos no están claras las causas de la enfermedad, lo que dificulta su diagnóstico y hace que muchos de sus afectados tarden varios años en saber cuál es la razón del desorden de sus movimientos. Estimar su incidencia tampoco es sencillo, porque en muchos casos es una incapacidad leve y el paciente no llega a consultar a un médico. Aunque según el doctor Francisco Vivancos, neurólogo del Hospital La Paz de Madrid, podrían existir en España hasta 40.000 personas afectadas de algún tipo de distonía.

Toxina botulínica y parálisis cerebral infantil

En cuanto a parálisis cerebral infantil, este fármaco también puede mejorar la calidad de vida de los afectadps, ya que aproximadamente el 80 por ciento de los pacientes presenta espasticidad en algún área muscular. El uso de toxina botulínica de forma precoz puede mejorar la calidad de vida de los niños afectados al disminuir las contracturas y las deformaciones articulares.

El doctor Samuel Ignacio Pascual lamenta que todavía hay muchos niños afectados que no están recibiendo este tratamiento, cuando es «una terapia básica a considerar en toda parálisis cerebral», aunque es el neurólogo junto con el médico rehabilitador quien debe valorar su administración.

¿Quién debe administrarla?

La administración de toxina botulínica se puede hacer hoy con seguridad y los efectos adversos son mínimos, «cuando está bien empleada por un especialista formado en la indicación concreta» añaden los doctores Vivancos y Pascual. El doctor Valls también subraya la importancia de la formación del especialista que la administra: «el considerarla una panacea universal para todos los desórdenes que cursan con movimiento puede tener algunos problemas, uno es la dosis inadecuada de toxina produciendo más parálisis de la que uno quisiera, otro problema es que depende de la frecuencia con la que se aplique pueden generarse anticuerpos y en aquella persona en la que podía ir bien la aplicación de la toxina, deja de ir bien».

Por ello, el doctor Valls subraya que «la toxina debe aplicarse en centros con un personal preparado que sepa sus ventajas, inconvenientes y aplicaciones principales».