Un 17 por ciento de los fármacos pueden confundir a los ancianos por su presentación similar

Muchos ancianos pueden confundir fármacos ya que el laboratorio los presenta con envases similares, según un estudio del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona.

El uso de colores similares en los envases de distintos medicamentos o la forma de presentar la fecha de caducidad o el precio, entre otros factores, causa confusión en los usuarios que deben tomarlos, especialmente entre los ancianos, según un estudio del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona, (COFB). En su estudio concluyen que el diecisiete por ciento de los medicamentos más dispensados a ancianos pueden confundirles por estos motivos.

En su informe, el COFB ha analizado los cien medicamentos más vendidos durante noviembre y diciembre del año 2000 en tres farmacias de la ciudad condal a personas mayores de 65 años. Las conclusiones señalan que en un 29 por ciento de los fármacos, la fecha de caducidad «no se identifica de forma clara y en ocasiones se confunde con el precio», alerta una de las coordinadoras del estudio, Carme Capdevila.

Según los autores del estudio, en un 25 por ciento de los casos la presentación de la fecha de caducidad es mejorable, ya que además de confundirse con el precio «la letra es poco leíble o simplemente no se ve», explica Capdevila. Esta situación puede tener graves consecuencias, pues puede «provocar confusiones, intoxicaciones y complicaciones en el seguimiento de terapias», añadió.

Según Capdevila, un diecisiete por ciento de los medicamentos no se diferencian en su envase de otros fármacos del mismo laboratorio porque «el color o el diseño de la caja es el mismo», y concluye que en el trece por ciento de ellos «su aspecto es mejorable».

Otro problema es que en uno de cada diez casos en el medicamento no se identifica claramente la dosificación.

Envases duros y letra pequeña

El estudio también ha denunciado que los ancianos tienen problemas para abrir los envases internos del fármaco. La COFB analizó comprimidos, jarabes, sobres, pastillas, colirios, cremas, inhaladores y otras formas farmacéuticas y se comprobaron que los aplicadores de gotas y los tubos de comprimidos efervescentes son «los que presentan mayor dificultad de apertura», indicó Capdevila.

Además, los usuarios de más de 65 años tienen dificultades también para leer los prospectos en un dieciocho por ciento de los medicamentos, a causa del tamaño de la letra. Estos usuarios «no identifican las instrucciones de los prospectos porque el tamaño de la letra es demasiado pequeño», explica Capdevila, y añade que según este estudio el problema puede corregirse en un 37 por ciento de los casos. Por el contrario, el estudio recoge que en el 76 por ciento de los fármacos la información global que se ofrece «es clara», aunque mejorable en el diecisiete por ciento de los fármacos evaluados.

Aunque el estudio no entra a valorar la compresión de las instrucciones del fármaco, sus autores subrayan la necesidad de «simplificar el lenguaje y las explicaciones que se ofrecen en el interior», por lo que sugieren la posibilidad de que los distintos apartados del prospecto (composición, indicación, precauciones o efectos secundarios), aparezcan siempre en el mismo orden para facilitar que sean comprendidos por el paciente.