Un equipo japonés afirma que ha conseguido transplantar con éxito un ojo artificial

Investigadores de la Universidad de Kyoto han cultivado un ojo artificial a partir de células de rana y lo han transplantado a un renacuajo, restableciendo su visión, según han anunciado. Sus artífices creen que el avance podría ayudar al tratamiento de la ceguera, pero la comunidad científica internacional ha acogido el anuncio con cautela.

Científicos japoneses de la Universidad de Kyoto han comunicado que han conseguido por primera vez crear un ojo artificial usando células de embriones de rana y transplantarlo a un renacuajo al que se le había extraído uno de sus ojos.

Una semana después del transplante, el grupo dirigido por el biólogo Makoto Asashima, confirmó que el nuevo globo ocular estaba conectado a los nervios ópticos y que no había síntomas de rechazo. Las similitudes con el aparato óptico humano hace pensar a los artífices de este avance que podría ayudar a restablecer la vista a humanos en el futuro.

Para conseguirlo han utilizado células madre de embriones de un tipo de rana conocido como Platanna. Estas células madres son una gran esperanza para la medicina pues contienen información que permite desarrollar (o reproducir) diferentes órganos y tejidos del cuerpo.

Para conseguir concretamente el desarrollo de un globo ocular desde las células madre, este equipo japonés utilizó un agente químico llamado activina, identificado por el propio Asashima. Su equipo cultivó miles de células de embrión en una solución de ácido retinoico durante cinco días. Según Asashima, depende de la concentración de ácido se activa el desarrollo de un órgano u otro. Mientras que una baja concentración activa los genes para producir células como las del ojo, una alta concentración activaría la producción genética, por ejemplo, de órganos como las orejas.

El equipo ya había conseguido transplantar, con una técnica similar pero más simple, riñones artificiales a partir de células de rana. El animal receptor vivió más de un mes, pero los científicos no llevaron a cabo ningún experimento de control ni compararon la tasa de supervivencia con la de ranas a las que se les hubiera transplantado un riñón natural.

Aunque este podría ser un importante paso en la consecución de órganos artificiales obtenidos a partir de información genética del receptor, la comunidad científica internacional ha acogido los logros de Asashima y su equipo con cautela. Su estudio aún no ha sido publicado por ninguna revista científica, aunque el biólogo cree que lo conseguirá pronto.