Un estudio demuestra que las pruebas por imagen son capaces de predecir la evolución de una patología

Melcior Sentís, responsable del área de Radiología Mamaria y Ginecología (UDIAT) de la corporación Parc Taulí de Sabadell, ha expuesto en el seno del XXIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) los datos de un estudio llevado a cabo por su unidad durante seis años en el que, por primera vez en la literatura científica, se evidencia que una prueba por imagen es, por sí sola, capaz de predecir la evolución posterior de un paciente tras un tratamiento.

En concreto, el estudio se ha llevado a cabo con mujeres afectadas de cáncer de mama y tratadas con quimioterapia primaria. En palabras de Sentís, «hemos demostrado científicamente la capacidad de la resonancia magnética mamaria para predecir el intervalo libre de enfermedad y la supervivencia en pacientes tratadas con quimioterapia primaria por carcinoma de mama localmente avanzado».

La resonancia magnética se emplea en el cáncer de mama, «primero, para controlar la eficacia del tratamiento, y luego, para controlar la evolución de la mujer durante y después del tratamiento».

Así, «hemos constatado en un grupo especial de pacientes durante el estudio, compuesto por aquellas mujeres en las que después del tratamiento no se ha constatado actividad en el tumor a través de la resonancia magnética, que por un lado, han mostrado un intervalo libre más largo de progresión de la enfermedad y por otro, que la supervivencia de las mujeres cuya resonancia magnética dio negativa en el estudio por imagen del tumor tienen una mayor supervivencia».

De este modo, en estos casos, con la realización de una resonancia magnética y el diagnóstico del especialista en Radiología, ya es posible predecir cómo va a ser la evolución de la paciente desde ese momento de su enfermedad.

Este avance, según Sentís, tiene una ventaja añadida y consiste en que «puede acortar en gran medida el tiempo que espera una paciente desde que se somete a las pruebas por imagen hasta que finalmente obtiene un pronóstico de su evolución futura desde un punto de vista médico», y podría en un futuro planificarse el tratamiento adicional en el grupo con peor pronóstico.

Por ello, el avance no sólo supone una reducción de los recursos sanitarios y plazos a emplear en este aspecto, sino también una mejora en la calidad de vida de las pacientes «que saben de una manera mucho más temprana cuál va a ser su posible evolución, eliminando así una incertidumbre que en muchos casos es difícil de sobrellevar».