22Abr. 03
Durante la presentación del primer estudio en España sobre la prevalencia de los trastornos funcionales digestivos, el doctor Fermín Mearin, director del estudio, lamentó que "los datos que tenemos muestran que a las personas afectadas por trastornos funcionales digestivos se les ha extirpado el apéndice o han sufrido una histerectomía en un porcentaje superior al de la población general" y achaca esas cifras a que "la insistencia de este tipo de pacientes, frecuentadores de las consultas, obliga al médico a tomar una decisión, que es la cirugía, aunque no siempre es la acertada".
Los trastornos funcionales digestivos (TFD), aquellos en los que no se encuentra una causa orgánica, afecta a entre un diez y un quince por ciento de los españoles, de los cuáles el 60 por ciento acude frecuentemente a las consultas médicas, la mayoría, sin que se les ofrezca una solución. Sin embargo, hoy ya existen métodos de diagnóstico y nuevos tratamientos farmacológicos que han revolucionado el abordaje de estos trastornos en los últimos años. Pero éstos todavía no han sido puestos ampliamente a disposición de las personas afectadas ya que los TFD siguen siendo infravalorados por muchos médicos y también por las autoridades sanitarias.
Estas fueron algunas de las ideas expuestas por el doctor Fermín Mearin, director del servicio de Aparato Digestivo del Centro Médico Teknon en Barcelona, quien presentó el primer estudio sobre la prevalencia de estos trastornos en nuestro país y aprovechó para llamar la atención sobre su importancia dentro de la atención sanitaria.
«Más de la mitad de la gente que acude al médico digestivo o al médico de atención primaria con síntomas digestivos no tiene una causa orgánica sino funcional», cifra el doctor Mearin. Según el estudio que su equipo ha realizado, el 50 por ciento de los afectados acude a su médico de atención primaria y sólo un 25 por ciento acaban siendo derivados al gastroenterólogo.
Según este especialista, estos pacientes «son grandes frecuentadores de las consultas, y aunque estas molestias podrían parecer banales por no ser orgánicas, el seis por ciento de afectados tuvo que ser ingresado en el pasado año y más de la tercera parte se realizó algún tipo de prueba», por lo que gastan una cantidad importante de recursos de la sanidad pública.
«El paciente lo primero que necesita es ayuda, que se tenga en consideración su trastorno funcional y que no se le considere un trastorno de segunda por el hecho de no tener una alteración orgánica», pidió el doctor Mearin a sus colegas.
Cirugías que podían haberse evitado
El desconocimiento general de este tipo de trastornos por parte de algunos especialistas, no solamente de nuestro país, lleva según el doctor Mearin a que un número significativo de afectados acabe pasando por el quirófano sin que ésta sea la solución a su problema.
«Estos sujetos, probablemente porque siempre tienen dolor y nunca se les encuentra nada, son sometidos a cirugía mucho más, se les extirpa el apéndice en un 21 por ciento frente al 10 por ciento de la población general y en las mujeres que tienen esta patología, hasta al diez por ciento han sido histerectomizadas frente al dos por ciento de la población general», detalla citando estudios internacionales.
Sin embargo, en muchos casos luego los síntomas se reproducen. «El drama es que después de haber sido operados y sometidos al riesgo quirúrgico, los pacientes continúan con este trastorno». Este especialista no quiso definir estas decisiones como errores médicos, pero las achacó «primero, al desconocimiento de estos trastornos funcionales digestivos por parte de la comunidad médica y, segundo, a que estos pacientes, si no se sienten atendidos y curados, son frecuentadores de las consultas y de los servicios de Urgencia por lo que al final el médico se siente obligado a tomar una decisión».
Sin embargo, afirma tajante este especialista «una decisión quirúrgica es una decisión mal tomada porque probablemente esta paciente no tenía una alteración en su útero o en su apéndice y seguirá teniendo los mismos síntomas pero sin su apéndice o sin su útero».
Nuevos métodos de diagnóstico y tratamiento
Los trastornos funcionales gástricos pueden diagnosticarse, «pero hace falta tecnología especial e instrumental especializado», matiza el doctor Mearin, quien lamenta que estos recursos no estén disponibles en un mayor número de hospitales estatales. La novedad más importante en el abordaje de estos trastornos funcionales digestivos es que hoy se pueden evaluar y medir. «Se puede mirar el vaciamiento del estómago, el movimiento en el estómago y se puede medir la sensibilidad del estómago», explica el doctor Mearin, «pero hacen falta más recursos, pues hoy somos el único centro con barostato gástrico en España», afirma.
Según este especialista en aparato digestivo, no hay un trastorno funcional que sea igual a otro. Por ello, «los nuevos fármacos, que actúan sobre el dolor o en los mecanismos del movimiento digestivo, pueden ser útiles». Otras armas terapéuticas son cambios en la dieta y la nutrición y, finalmente, el apoyo psicológico y la psicoterapia. «En muchos casos, lo que el paciente necesita es un tratamiento multidisciplinar que englobe varios de estos factores, pero la buena noticia es que hay nuevos fármacos, nuevos medicamentos para tratar los trastornos funcionales digestivos», sentencia.
El papel de la dieta
El papel de la dieta es importante porque actúa algunas veces como desencadenante de los síntomas. «Hay algunos alimentos que van a provocar los síntomas, pero no hay una regla fija, no hay alimentos que se deban prohibir a los enfermos con trastorno funcional digestivo», detalla el doctor Mearin. Por ello, este especialista recomienda utilizar un diario de alimentación, en el que se recoja qué come el paciente, cómo, cuándo, en qué situación y cuáles son los síntomas que inducen, para luego diseñar una dieta individualizada.
Las molestias por un trastorno funcional digestivo comprenden un espectro amplio que va desde la molestia leve hasta el dolor altamente incapacitante. «Algunos de estos pacientes tienen un dolor que les impide realizar un trabajo normal, tener una vida laboral normal y unas relaciones personales y sexuales normales», explica este especialista del Centro Médico Teknon.
Por tanto, «la actuación debe estar medida según la severidad, algunos pacientes con sólo con decirles que no hay una causa orgánica, se quedarán más tranquilos; pero otros necesitarán medicación, otros necesitarán psicoterapia y otros van a beneficiarse de los nuevos fármacos que actúan más selectivamente sobre sus molestias», concluye.
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