Un solo cigarrillo multiplica el riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Es la conclusión de un reciente estudio coordinado por el doctor Murray Mittleman del Centro Médico Israel Deaconess en Boston, quien advierte que lo mejor que puede hacer un fumador para evitar un infarto es dejar de fumar. Su estudio fue presentado en la última conferencia de la American Heart Association.
En dicho estudio, con 902 pacientes que sufrieron un repentino ataque al corazón, se ha observado que aquellos que fumaron en las seis horas previas tenían mayores coágulos taponando sus arterias que quienes no habían fumado. Si habían fumado en las últimas seis horas los coágulos llegaban a los 23 milímetros de diámetro, mientras que quienes fumaron en las últimas 24 horas los coágulos medían casi la mitad, 12 milímetros y medio. Al contrario, aquellos que no habían fumado en las 24 horas previas al infarto, presentaban un coágulo en las arterias que no llegaba a los siete milímetros de diámetro.
Cocaína y tabaco, un combinado mortal
El propio doctor Mittleman es autor de un estudio en el que constata que tomar cocaína multiplica por 24 el riesgo de sufrir un infarto de miocardio en la hora que sigue a la ingesta.
Entre las personas que consumen cocaína, la media de edad de los que llegan a sufrir un infarto desciende hasta los 44 años, cuando en la población general la media es es de 61 años. Además, de cada 38 consumidores de cocaína que sufren un ataque al corazón, 29 no habían presentado antes ningún síntoma que pudiera hacerles sospechar la posibilidad de tener una enfermedad coronaria.
El perfil de estos pacientes que sufrieron un infarto tras ingerir cocaína suele corresponder con el de un hombre fumador, ya que la suma de esta droga y el tabaco se convierte en una explosiva mezcla que multiplica el riesgo de sufrir un repentino ataque al corazón.
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