Un test genético podría ayudar a decidir el tratamiento adecuado para un hipertenso

Los genes causantes de la hipertensión también podrían determinar qué fármacos son más efectivos según cada paciente, de acuerdo con una investigación presentada en la 57 Conferencia Anual de Investigación sobre Hipertensión de la Asociación Americana del Corazón (AHA).

Conocer la combinación de genes y fármacos podría ayudar a los facultativos a prescribir aquellos fármacos a los que el paciente va a responder mejor, según la doctora Sharon Kardia, directora del Programa Genético de Salud Pública de la Universidad de Michigan y autora principal de una investigación recientemente presentada en una conferencia de la American Heart Association norteamericana.

Este hallazgo es muy importante, según sus autores, «dado las tan distintas respuestas que los pacientes tienen con los diferentes fármacos disponibles», añade el coautor del estudio, el doctor Stephen T. Turner, de la Clínica Mayo de Rochester, quien recuerda que hoy pacientes y médicos deben llevar a cabo «un frustrante método de tanteo-error hasta dar con la medicación más adecuada».

El estudio forma parte del Programa de Hipertensión del National Heart, Lung, and Blood Institute norteamericano y en él han participado 1.162 personas con hipertensión de Rochester, EE.UU. Los investigadores registraron los fármacos con los que estaban siendo tratados y midieron su tensión arterial a la vez que hicieron un test genético e identificaron distintos genes señalados por otros estudios como claves en el desarrollo de la hipertensión, como el ADD2 y el SLC9A2.

Los autores del estudio corroboraron la relación entre hipertensión arterial y los genes ADD2 y SLC9A2. E identificaron un polimorfismo en un único nucleótido (SNP) asociado a una menor presión sistólica en hipertensos tratados sólo con betabloqueantes. Participantes con el gen ADD2 que tomaban betabloqueantes tenían una presión arterial sistólica de 133 mmHg, comparados con los 158 mmHg de los participantes que no tomaban medicación alguna y los 146 mmHg de aquellos sólo tratados con diuréticos.

En general, la presión sanguínea en pacientes tomando betabloqueantes no difería de la de los pacientes tomando diuréticos. Sólo los pacientes ADD2 tenían una presión sistólica significativamente mayor en los grupos de pacientes no tratados y tratados con diuréticos.

Los participantes con polimorfismo en un único nucleótido en el gen SLC9A2 tratados con betabloqueantes tenían una media de presión arterial diastólica de 72 mmHg, comparados con los 93 mmHg de aquellos con el mismo polimorfismo que sólo tomaban antagonistas del calcio y los 93 mmHg para los pacientes que sólo reciben terapia con un inhibidor del sistema renina-angiotensina.

«Esta variación de respuestas probablemente se debe a los diferentes mecanismos que actúan en el control de la presión arterial de los individuos», explica la doctora Kardia, «por ejemplo, una persona hipertensa debido a que su riñón absorbe demasiado sodio probablemente responderá mejor a un diurético».

Conocer más sobre estos genes y sus variantes podría permitir a los investigadores predecir qué personas tienen más riesgo de desarrollar hipertensión, quienes tienen más probabilidades de sufrir ictus y les puede abrir la puerta a nuevos tratamientos. Ahora, para poder definir mejor patrones de medicación según las características genéticas del paciente «debemos confirmar todos estos hallazgos en estudios clínicos controlados», explica la doctora Kardia, «si lo conseguimos, habrá una nueva pieza en el puzzle de por qué ocurre la hipertensión y cuál es la mejor manera de controlarla», concluye.