España ocupa el séptimo lugar europeo en consumo por persona y la edad de inicio a este hábito se sitúa entorno a los 13,7 años. El alcoholismo es, sin duda, un problema social y sanitario de primera magnitud en nuestro país.
El hecho de que jóvenes o más bien niños de 12 o 13 años ya no sólo consuman alcohol de forma habitual sino que se emborrachen con una cierta frecuencia es fruto tanto de la baja percepción de riesgo que tienen sobre los efectos negativos que el alcohol provoca en su salud como de una permisividad excesiva y de una tolerancia mal entendida. Y tampoco podemos olvidar «el fomento social de las intoxicaciones de fin semana», recuerda el Dr. Juan José Rodríguez Sendín, Secretario General de la Organización Médica Colegial (OMC).
Son motivo de gran alarma para los expertos datos como que la edad media de inicio al consumo del alcohol sea de 13,7 años, que el 75 por ciento de los jóvenes consuma alcohol de forma habitual todos los fines de semana, que el 84 por ciento de los escolares haya consumido alcohol en alguna ocasión o que el 44 por ciento de ellos lo haga al menos una vez a la semana.
El consumo de alcohol entre los menores está teniendo como consecuencia la detección y desarrollo de importantes problemas en su salud, como efectos adversos en hígado, huesos, afectación del crecimiento y del desarrollo endocrino, presentándose en muchas ocasiones también un descenso de los niveles de las hormonas sexuales y del crecimiento.
Y en lo que respecta a aspectos psicosociales, se han podido detectar alteraciones en las relaciones con la familia, compañeros y profesores, menor rendimiento escolar, agresiones y comportamientos violentos y adopción de conductas de riesgo para la salud tales como la conducción de ciclomotores bajo los efectos del alcohol o prácticas sexuales de riesgo que conllevan la posibilidad de contraer enfermedades de transmisión sexual y de embarazos no deseados.
Aparte los accidentes de tráfico que se producen por culpa del consumo excesivo del alcohol que todos sobradamente conocemos, pero que no por ello dejan de producirse. Sus consecuencias: muertes, lesiones medulares irreversibles, amputaciones…
Conscientes de toda esta problemática a la que hay que sumar las dificultades de los médicos para diagnosticar de forma precoz el alcoholismo puesto que los pacientes le suelen restar importancia o incluso negarlo, la OMC con el patrocinio de Merck Genéricos, ha editado una guía de buena práctica clínica para facilitar al médico de Atención primaria el tratamiento de los problemas derivados del abuso del alcohol. La guía hace especial hincapié en la población juvenil, donde el consumo de alcohol está registrando una gran penetración.
En este sentido, el Dr. Rodríguez Sendín, co-autor de la guía, explica que «la profesión médica no está suficientemente sensibilizada, estando inmersa en la misma cultura que promueve su consumo». Así pues, en la realización de una historia clínica a un paciente con problemas de alcoholismo deben explorarse las cuestiones relacionadas con el agente, el ambiente de consumo, el individuo víctima y su entorno social y familiar. «Cuanta mayor frecuencia de consumo, mayor graduación de la bebida y más joven sea el individuo que consume el alcohol, mayor será el deterioro orgánico y psíquico y la intensidad de la dependencia», afirma.
Sanidad prepara el borrador de la ley de prevención del consumo de alcohol entre menores
El anteproyecto de ley que prepara el Gobierno para atajar el consumo de alcohol entre los menores está generando una creciente polémica en diferentes colectivos.
En busca del consenso, la Ministra de Sanidad y Consumo, Elena Salgado ha pedido a los sindicatos docentes que hagan llegar al Ministerio las sugerencias que consideren oportunas para mejorar el texto del borrador, en especial aquellas relacionadas con los aspectos educativos de la ley, que son fundamentales para abordar el problema desde la óptica de la prevención y de la formación de los niños y adolescentes.
Por otro lado, Salgado defiende la tolerancia cero sobre el consumo moderado de vino para los menores. En este sentido, aunque el vino esté considerado como un alimento dentro de la dieta mediterránea y puede tener efectos saludables para algunos colectivos, Salgado afirma «que los efectos potencialmente perjudiciales para la salud en colectivos como los adolescentes de las bebidas alcohólicas superan a las propiedades beneficiosas que pudieran tener para determinadas personas». Así pues, el vino puede estar incluido en la dieta mediterránea de los adultos pero para un menor el consumo moderado es cero», concluye.
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